El Atlético sufre para superar la prueba de El Collao
El cuadro de Bianchi tira de oficio para eliminar al Alcoyano gracias a un gol de Maxi Rodríguez
En una noche gélida en Alcoi, el Atlético sufrió para superar todas las adversidades previsibles en un campo de Segunda B: el rival revolucionado, el público volcado y el terreno de juego irregular. El cuadro de Bianchi tiró de oficio para mantenerse imbatido, de ciertas dosis de suerte para no ser empatado en el último momento, y de Maxi Rodríguez para ganar. El argentino, que acababa de salir, fue quien por fin acertó a marcar en una gran acción técnica después de que sus compañeros hubieran dilapidado un puñado de ocasiones clarísimas. Especialmente su sustituido, Ibagaza, que estuvo muy blando en el remate. El Alcoyano porfió hasta el final, fue un rival tan digno como se esperaba tras eliminar al Mallorca, y su apasionado público disfrutó de un partido emocionante hasta el último segundo.
ALCOYANO 0 ATLÉTICO 1
Alcoyano: Maestro; Aceitón, Baixauli, Juanfran, Carrión; Juanjo (Raúl Salas, m. 66), Casañ, Antoñana (Ángel, m. 75), Riaño; Parrado (Barcelleta, m. 75); y Mesa.
Atlético de Madrid: Leo Franco; Valera, García Calvo, Perea, Antonio López; Zahínos, Mario, Luccin, Galletti (Molinero, m. 98); Ibagaza (Maxi Rodríguez, m. 60); y Fernando Torres.
Goles: 0-1. M. 63. Maxi Rodríguez controla dentro del área, regatea a un defensa y marca de disparo picado.
Árbitro: Medina Cantalejo. Amonestó a Galletti, Mesa, Riaño, Carrión y Torres.
Unos 8.200 espectadores en el campo de El Collao. El Atlético se clasifica para los octavos de final de esta Copa del Rey.
El viejo campo de El Collao quiso parecerse anoche a La Bombonera y se llenó de papelitos antes del pitido inicial. Lo que retrasó en más de 10 minutos el comienzo del partido. Tradicionalmente, la afición del Deportivo Alcoyano es de las más calientes de España. Retumba su estadio cuando su hinchada canta su grito de guerra: "De-por-ti-vo, De-por-tivo...". Aunque mucho peor es escuchar el otro aullido preferido: "Es-car-tín, Es-car-tín...", en alusión al árbitro de mitad del siglo pasado Pedro Escartín, quien, según cuenta la leyenda, fue perseguido por los fanáticos, obligado a descender de su vehículo y contemplar cómo su 600 acababa en un barranco.
El Atlético se sintió muy incómodo al principio. El Alcoyano marcó al hombre en distintas fases, como en el pleistoceno. Galletti se pegó al extremo izquierdo suplicando unos metros de libertad. El público estuvo tan cerca del juego que el árbitro ordenó retirar una silla que alguien había olvidado junto a la línea de banda. Ibagaza marcó a la media hora, pero el gol fue anulado porque su disparo era posterior a un piscinazo de Galletti en el área, descubierto por Medina Cantalejo. A continuación, Fernando Torres marcó las distancias que lo separan de los jugadores de Segunda B, se marchó de dos, cedió a Ibagaza y el argentino colocó suave, pero demasiado alto. Fue Torres, poco después, quien cazó un contragolpe, que finalizó mal: cruzó demasiado. El Niño se escapaba muy fácil de su pareja, el central Juanfran, que recurrió a varios hachazos para frenarlo. También el Atlético, sobre todo Luccin, se empleó con dureza.
El frío era intenso. Los gorros de lana y las botas de vino poblaban las gradas en el descanso. En realidad, eso era lo más importante anoche para ellos: la fiesta popular que se vivió en Alcoi, que recordó aquel equipo glorioso que jugó en Primera desde 1946 hasta 1951.
El Alcoyano salió crecido tras el descanso y Riaño trazó una diagonal por el callejón del 10 que calentó las manos de Leo Franco. Fue justo antes de que Ibagaza fallara un gol clamoroso: se quedó a puerta descubierta tras el control al pase de Antonio López, pero tardó en disparar con la izquierda y lo hizo muy flojo, dando tiempo a que el portero Maestro regresara a su sitio. El capitán Maestro se convirtió por unos instantes en el héroe de su equipo tras detener con el rostro un zurdazo de Fernando Torres a medio metro.
El partido se avivó mucho en la segunda parte. Se pisaron las áreas. Y Bianchi, descontento con la blandura de Ibagaza en el remate, lo sustituyó por Maxi Rodríguez. Decisión providencial para el Atlético, pues Maxi envió a gol el primer balón que tocó. Ese mismo balón que adiestró dentro del área local, regateó con la izquierda y disparó picado con la derecha, una maniobra técnica de mucha precisión que dejó más frío si cabe al entusiasta Collao. El Atlético ya se sintió fugazmente superior y se dedicó a tocar. Y a ver cómo el joven Mario pagaba la novatada desperdiciando un disparo a bocajarro ante Maestro: lo envió al cielo.
Claro que el Alcoyano, fiel a la moral de su leyenda, no iba a rendirse. Leo Franco respiró aliviado tras ver cómo le pasaron dos disparos susurrándole a los postes. Primero un cabezazo cruzado de Ángel y después un tiro seco de Barcelleta. El partido acabó con el balón en las manos de Leo Franco, que suspiró como diciendo: "¡Qué mal lo he pasado!".
El Zaragoza, por penaltis
Por otro lado, el Zaragoza también se clasificó para los octavos de final de la Copa tras vencer al Xerez por penaltis. Ewerthon adelantó por dos veces a los maños, pero Colorado y Guille, en el 91, igualaron. En una larga tanda de penaltis (7-6), los de Víctor Muñoz pasaron. Atlético y Zaragoza se unieron así a otros clasificados el día 9: Getafe, Athletic, Cádiz, Celta y Zamora.
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