PREMIOS NACIONALES DE ARTES PLÁSTICAS Y DE TRADUCCIÓN

Rodríguez Adrados afirma que para traducir hay que "arrimarse" al original

El filólogo recibe el galardón por una obra dedicada a los clásicos y sus traducciones

El Ministerio de Cultura concedió ayer el premio nacional a la obra de un traductor 2005 al filólogo Francisco Rodríguez Adrados (Salamanca, 1922), y el premio nacional a la mejor traducción 2005, a Luisa Fernanda Garrido (Madrid, 1959) por la novela El Kapo (El Acantilado), del escritor serbio Aleksandar Tisma. Los galardones están dotados con 15.000 euros cada uno. Rodríguez Adrados declaró que el traductor tiene que "arrimarse al original lo más posible", mientras que Garrido destacó el valor de la literatura de los Balcanes y el reconocimiento de este premio a los traductores profes...

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El Ministerio de Cultura concedió ayer el premio nacional a la obra de un traductor 2005 al filólogo Francisco Rodríguez Adrados (Salamanca, 1922), y el premio nacional a la mejor traducción 2005, a Luisa Fernanda Garrido (Madrid, 1959) por la novela El Kapo (El Acantilado), del escritor serbio Aleksandar Tisma. Los galardones están dotados con 15.000 euros cada uno. Rodríguez Adrados declaró que el traductor tiene que "arrimarse al original lo más posible", mientras que Garrido destacó el valor de la literatura de los Balcanes y el reconocimiento de este premio a los traductores profesionales.

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Presidente de honor de la Sociedad Española de Estudios Clásicos y académico de la Española y de la Historia, Rodríguez Adrados, colaborador de EL PAÍS, recordó ayer que la traducción es una parte de su trabajo, desde que en los años cuarenta hizo una de Aristófanes. Desde entonces ha realizado diversas versiones al español de obras de autores como Tucídides, Aristófanes, Esquilo, Sófocles y Eurípides, y por eso ha sido galardonado con el premio nacional a la obra de un traductor. "Me parece bien, me alegro y ha sido una sorpresa, porque yo no he hecho ninguna gestión ni me presento".

"Se aprende mucho con la traducción", afirma Rodríguez Adrados, autor de más de 30 libros sobre literatura y filología griega, lingüística indoeuropea y lingüística general, además de traducciones del griego, latín, sánscrito y lenguas de India. Doctor en Filología clásica, ha sido catedrático de griego en las universidades de Barcelona y Madrid, y ha dirigido el departamento de griego de la UNED. En 1963 ya recibió el premio nacional de Traducción por el diccionario griego-español.

"En la labor de traducción es importante conocer bien la lengua española, y por parte del traductor se exige flexibilidad y ocultarse uno a sí mismo para dejar en primer término al autor y dejar que salgan sus sentimientos e ideas, sus modos de expresión. En las traducciones trato de arrimarme al original todo lo posible, y que la gente pueda entender al autor. No soy partidario de las traducciones libres, como hacen en Francia. Dicen que mi estilo es difícil de entender, pero Esquilo era difícil para los atenienses", añade.

Rodríguez Adrados acude dos días a la semana al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), de Madrid, para seguir la investigación sobre el diccionario de griego antiguo y español, un trabajo en equipo que dirige desde 1986, y del que se han publicado seis volúmenes de los 12 previstos que, según los expertos, se convertirá en una obra de referencia a escala mundial. Por esa labor, Rodríguez Adrados y su equipo recibieron el premio de la Fundación Aristóteles Onassis en Atenas.

"El diccionario de griego antiguo es el más amplio y moderno, en una labor lenta. Está dirigido a un público español e internacional. Abarca desde el micénico hasta el año 600 después de Cristo. Es un trabajo que se ha hecho en todas partes, como el diccionario griego-inglés, realizado con criterios más modernos. Ya estamos revisando el tomo séptimo. El griego antiguo es conocido en todo el mundo y su léxico influye en todas las manifestaciones científicas y culturales, con una inspiración principal en el griego, directamente o en las traducciones latinas. Es una labor larga y penosa". Es director de la colección Alma Mater, de clásicos griegos y latinos, que publica el CSIC, con unos noventa títulos editados.

Desde los años cuarenta a los noventa ha publicado textos sobre el léxico de las fábulas esópicas, el sistema gentilicio decimal de los indoeuropeos occidentales y los orígenes de Roma, los líricos griegos, la evolución y estructura del verbo indoeuropeo, la comedia y la tragedia, los orígenes de la lírica griega, la democracia ateniense y la historia de la lengua griega.

En defensa de la cultura clásica ha saltado con frecuencia a la opinión pública, sobre todo en la enseñanza del griego y el latín. "Ya es cansado luchar siempre por las mismas cosas, ya que las lenguas clásicas en la enseñanza media no han sido bien tratadas. En eso estamos y hay que insistir porque cada tres o cuatro años hay una nueva reforma. Cuando oigo hablar de lenguas muertas me irrito, porque todos los días el léxico está creciendo en lo cultural y en lo científico".

Cultura distingue con el premio nacional la labor de un traductor español en cualquier lengua y la traducción de obras extranjeras a las oficiales de España. Con la mejor traducción, distingue el paso a cualquiera de las lenguas del Estado español de una obra escrita en lengua extranjera y editada en 2004. El jurado de los dos premios estuvo formado por Valentín García Yebra, Xesús Alonso Montero, Koro Navarro, Joaquim Mallafré, Joaquín Garrigós, Malika Embarek, Luis Alberto de Cuenca, Ana María Moix, Jesús Pardo de Santayana, Ana María Navales y Mario Merlino, autor galardonado en la edición anterior.

Francisco Rodríguez Adrados.EFE
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