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Reportaje:

Trenes veloces, taquillas lentas

Muchos viajeros que estrenaban ayer la nueva línea ferroviaria entre Madrid y Toledo se quedaron en la estación

Elsa Granda

Rebelión en el mostrador. Son las 15.00 del miércoles y en la remodelada estación neomudéjar de Toledo, adonde desde ayer arriban los flamantes trenes de alta velocidad Serie 104 que conectan Madrid y Toledo, está a punto de producirse un motín. Dentro de 15 minutos se cierran las taquillas y la cola de viajeros traza una línea perpendicular al mostrador, que llega casi a la mitad de la estación.

Son casi medio centenar de personas. Los más cercanos al mostrador se desesperan. También se desesperan los dos empleados, que no dan abasto con los billetes y las críticas. Y hasta los más alejados de la gresca se desesperan.

Cuando las manillas del reloj cayeron sobre la hora señalada, más de 40 personas subieron el tono de las protestas, pero se quedaron sin billete. Para cuando a muchos aún no se les había pasado el disgusto, 30 minutos más tarde, el convoy ya se resguardaba en la estación Puerta de Atocha de Madrid. No fue una situación aislada en el día de estreno de la nueva línea de alta velocidad.

Ni siquiera la reserva a través de Internet garantizaba llegar a tiempo para obtener una plaza. "Yo he hecho la primera reserva de Internet y ahora voy a perder el tren porque tengo que esperar toda la fila", se quejaba una mujer que con su hermana y sus padres se había acercado a la estación de Toledo "para probar el tren el primer día". A medida que pasaban los minutos los reproches entre pasajeros y taquilleros pasaron a enfrentamientos entre los propios viajeros. Todo el mundo tenía prisa.

Susana se quejaba de su fiebre, Carlos perdía su entrevista de trabajo, había personas en silla de ruedas... Nadie informaba. Uno de los empleados, afanado en agilizar la venta, ora respondía a las dudas, ora contestaba al ser increpado. Para muchos, la experiencia de estrenar el nuevo tren se convirtió en una pesadilla. Manolo viajó desde Madrid a las 13.50 y no tuvo problemas: 30 minutos y estaba en Toledo. Poco después de llegar, se instaló en la fila para comprar el billete de vuelta. A las 15.00, seguía esperando. Fue casi una hora, y mucha desesperación. Las frases más benignas hablaban de "vergüenza" y del "peor servicio jamás visto".

En una nota enviada a los medios por Adif (que gestiona la venta de billetes y las estaciones) y Renfe (responsable del servicio de los convoyes) se esgrimía como justificación "el efecto de novedad que para los habitantes de la capital castellano-manchega supuso la entrada hoy [por ayer] en servicio de esta línea". Y continuaba: "Adif reforzará desde mañana, jueves, la plantilla y el número de puestos de venta de billetes hasta que la demanda lo requiera". Fuentes de Renfe se lamentaban de lo ocurrido: "Es una situación que nos perjudica y de la que no somos responsables". Lo cierto es que el convoy de las 15.20 dejó a unas 50 personas en Toledo y viajó con una capacidad aproximada del 60%.

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Ya en ruta, opiniones para todos los gustos. Turistas que tomaron el estreno ferroviario como una especie de souvenir, viajeros que pasaban la tarde comprobando cómo uno puede comer en Toledo y tomar el café en Madrid, trabajadores, pasajeros ocasionales y los fieles al vagón y la vía. La supresión de la línea convencional que desapareció el martes y que sólo llegaba a la localidad de Algodor, a 15 kilómetros de Toledo, desde que se iniciaron las obras del nuevo servicio, se mira con nostalgia. A pesar de que invertía en el trayecto una hora y media, sólo ofrecía 10 servicios diarios y costaba 9,30 euros el billete de ida y vuelta. "Entonces no teníamos que pagar aparcamiento, que encima sólo cobra por horas, y no por fracción; era más barato y tenía paradas además de en Atocha, en Recoletos, Nuevos Ministerios y Chamartín", cuenta Margarita.

Otros, como Rafael, han aprovechado la excusa de los horarios de la nueva línea para escaparse antes de la oficina. "Al que viene todos los días a trabajar no le soluciona nada", comenta. "Esto es bueno para los turistas".

Vivir en Toledo y subirse de lunes a viernes en los S-104 no es barato y puede acabar tomando más tiempo del esperado. Entre abono de mensual de aparcamiento, el abono de 40 viajes y los desplazamientos ya en la capital, el desembolso alcanza los 231 euros. Que es más o menos lo que se gastaba Sara, funcionaria, cuando hacía el trayecto por carretera desde Madrid. "El tiempo y el dinero es prácticamente el mismo, tardo una hora y cuarto de puerta a puerta y el presupuesto es casi idéntico que el que me gastaba en gasolina, pero me libro del riesgo de la carretera y de los atascos y puedo ir tranquila leyendo", comenta.

Hacer el mismo trayecto en autobús supone invertir una hora aproximadamente y 133 euros por un abono de 40 viajes, pero la frecuencia de las salidas supera a las del AVE: los autobuses salen cada media hora; y el nuevo servicio de Renfe ofrece sólo 10 salidas diarias por sentido.

Otros están satisfechos. Muchos son viajeros ocasionales que ayer vieron cómo el tren galopaba a 250 kilómetros por hora entre Parla y La Sagra; y a 220 otra buena parte del trayecto. La ocupación media de la línea rondó el 72%.

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