La versatilidad de Sergi López

Para quienes asocien al actor Sergi López sobre todo con el cine francés (lleva rodadas una quincena de películas en el último lustro y en 10 de ellas ha trabajado a las órdenes de directores galos), verle sobre el escenario en Non solum será toda una revelación. No es que debute ahora en el teatro pero sí que hace mucho tiempo de esos primeros montajes junto a Toni Albà (Brams o la kumèdia dels errors o Fins al fons, de finales de la década de los ochenta).

Poco tiene que ver el Sergi López cómico de este nuevo espectáculo que acaba de estrenar en el Festival Temporada Alta de Girona con gran acogida y éxito de público (a las tres funciones previstas se ha añadido una más mañana por la tarde) con ese emigrante español en Francia, personaje con el que debutó en el cine de la mano de Manuel Poirier en La petite amie d'Antonio (1992), o con el Harry bienintencionado con el que ganó el César al mejor actor protagonista por el thriller psicológico Harry, un amigo que os quiere (2000).

La versatilidad es una de sus bazas, como bien demuestra en Non solum representando él solito a un montón de álter egos en los que se desdobla a un ritmo trepidante y como quien no quiere la cosa, provocando escenas de carcajada colectiva. Y sobre la versatilidad o las múltiples facetas del ser humano trata, entre otros temas, este espectáculo creado por él y por Jorge Picó, actor, director y autor valenciano, que asume la dirección del montaje.

Perfectamente hilvanado con un par o tres de canciones que López canta sobre un pequeño cajón que, por toda escenografía, preside el escenario y que lo mismo sirve de tarima como de ataúd, Non solum habla también de la muerte, de la relación con las mujeres (tronchante la descripción casi infantil y totalmente neófita que hace del acto sexual) o de los políticos que gestionan el dinero público.