El reto de la transversalidad
La necesidad de la transversalidad de género (en inglés, gender mainstreaming) en los ámbitos del poder y la política se ha convertido en el principal reto para conseguir una sociedad más justa e igualitaria en la que hombres y mujeres puedan disfrutar de las mismas oportunidades.
La investigadora Bárbara Stiegler recoge en su estudio Género, poder y política, que la transversalidad de género consiste en la reorganización, mejora, desarrollo y evaluación de procesos de decisión en todas las áreas políticas y de trabajo de una organización. El objetivo que se persigue reside en incorporar la perspectiva de las relaciones existentes entre los sexos en todos los procesos de decisión y hacer que éstos sean útiles a la igualdad de oportunidades.
¿Pero resulta rentable una nueva reorganización para los directivos de las empresas o los políticos de las distintas administraciones? Bárbar Stiegler lo afirma con rotundidad porque, según señalan sus estudios, la transversalidad de género "mejora la calidad de las acciones, aumenta la efectividad de los procesos administrativos y fortalece los procesos de participación, además de favorecer la promoción de la imagen y la obtención de mayores beneficios financieros".
Incluso los varones también se verían beneficiados con esta nueva perspectiva porque, esgrime, "todos ganan". "La transversalidad de género no sólo apunta a las mujeres, sino también allí donde los varones queden excluidos o se vean limitados por la existencia de estereotipos de género. En estos casos tampoco se trata de promoción individual de varones, sino de la transformación de estructuras que permiten desarrollar la vida más allá de los estereotipos de género", sostiene. Stiegler también reconoce que el concepto de transversalidad de género es "crítico" porque se puede ver en él una tendencia a la represión de las actividades propias de la política para la mujer.
