_
_
_
_
Crónica:FÚTBOL | Cuarta jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

La Real suspende al Atlético

El equipo de Bianchi dilapida, por usura, una ventaja de dos goles en Anoeta

De pronto, el Atlético vuelve a pensar que es alguien, que muchas de sus características tienen que ver con los equipos llamados a ser tenidos en cuenta. Probablemente, el Atlético, que no deslumbra, sí alumbra virtudes que había perdido: tiene organización, un grado suficiente de equilibrio entre su líneas y ha encontrado el futbolista que necesitaba. El búlgaro Petrov le pone arte, velocidad y potencia. Con balón o sin balón es un tipo preocupante. Pero, sobre todo, resulta que el Atlético tiene pegada, algo que ha coincidido ¿casualmente? con la pérdida de obligaciones goleadoras de Fernando Torres. En Anoeta, sus dos primeras llegadas se convirtieron en dos goles. Claro que en el asunto intervino la defensa de la Real con un protagonismo inquietante. En el primer gol, el centro de Petrov se coló entre las piernas de los dos centrales y Torres se encontró con el balón como un regalo imprevisto. En el segundo, Kezman se fue por piernas de los dos lentos policías que le custodiaban en un balón largo de Torres. Demasiado fácil para el Atlético, demasiado difícil para una Real con pocas soluciones. ¿Entonces? El asunto está en la cabeza y en el corazón.

REAL SOCIEDAD 3 - ATLÉTICO 2

Real Sociedad: Riesgo; Cifuentes, Labaka, González, Garrido; Prieto (Uranga, m. 74), Novo, Mikel Alonso, Aranburu; Nihat (Larrea, m. 93) y Kovacevic.

Atlético: Leo Franco; Velasco, García Calvo, Zahínos, Antonio López; Maxi (Valera, m. 60), Luccin, Gabi (Colsa, m. 70), Petrov; Kezman y Fernando Torres.

Goles: 0-1. M. 10. Centro de Petrov y Torres marca en el área pequeña. 0-2. M. 19. Kezman impone su velocidad. 1-2. M. 55. Kovacevic. 2-2. M. 81. Cabezazo de Nihat. 3-2. M. 90. Kovacevic gana a Luccin en el salto y marca.

Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Mikel Alonso, Gabi, Cifuentes, Torres, Kezman. Expulso a Barkero, suplente, (m. 87) y al medico de la Real.

Unos 20.000 espectadores en Anoeta.

El fútbol también premia la tenacidad. Le sobró a la Real. Al Atlético le perdió la suficiencia

Lo único malo de intentarlo todo es que suceda siempre lo mismo. Es lo que pensaba la Real, incapaz de dar con la clave que resolviera algunos de sus problemas. Amorrortu cambió los laterales, movió a Alvaro Novo de sitio, a Aranburu, metió a Nihat. No había más. Y tampoco resultó. La defensa realista es lenta y con una juventud insutante y preocupante. Si además los jugadores se equivocan tan asiduamente en el pase o se empeñan, como Aranburu en conducir el balón hasta la extenuación, resulta que la no menos improvisada defensa del Atlético (Perea y Pablo eran bajas) es capaz de vivir con más holgura de la prevista.

Pero el fútbol maneja otros asuntos, otras consideraciones que también definen a los equipos. La Real, con dos goles en contra en menos de 20 minutos, lejos de hundirse creció con el castigo y apeló a lo que le sobra: actitud frente a la adversidad. Y se hizo con el partido que a priori había entregado. Curiosamente, al Atlético esa lección le pilló de vacaciones y hoy por hoy es lo que le separa de los grandes equipos a los que aspira a unirse. Con el 0-2, el Atlético no supo jugar. Quedaba un mundo y retrasó todas sus líneas, metió a su defensa en el área, retrasó el medio campo y le dejó a Petrov una pradera vacía para que hicera lo que quisiera o pudiera. Todo un detalle de equipo que aún no ha asumido su presunto rol. De seguir así perderá puntos impensables.

La usura del Atlético la utilizó la Real para crecer poco a poco, pero sin pausa. Le metió una velocidad más al encuentro, encajonó al rival y le puso el picante que siempre le dan al partido los arabescos de Aranburu o el tesón de Kovacevic. En definitiva, que la Real, pese al doble mazazo recibido que, teóricamente, le debía rememorar la imagen de Mallorca (el público empezó a silbar con el primer gol), resulta que comenzó a creer que podía arreglar aquel roto que amenazaba con una crisis profunda.

El Atlético no se enteró de la intrahistoria del encuentro. Ni Gabi, ni Luccin supieron controlar el balón, ni los centrales (muy asustados) decidían sacar a sus compañeros de la guarida. El Atlétic confía tanto en Petrov que cuantos más metros vea por delante más confía en hacer gol. Y lo pudo hacer en la enésima galopada del búlgaro que Torres envió contra el larguero o cuando Petrov disparó contra los brazos de Riesgo. Pero no es menos cierto que Kovacevic pudo empatar si Leo Franco no hubiera sacado una mano milagrosa a su remate de cabeza.

Con el 1-2, el partido anunciaba gol. Podía ser en cualquier portería, aunque insistía la Real con tanto empeño que cayó de su lado de una forma bellísima. Primero se lo inventó Cifuentes, un lateral de buen porvenir, que disparó al larguero, luego Novo centró y Nihat se tiró en plancha para lograr el empate.

La Real encontró su camino. Ante la adversidad, la tenacidad es un buen argumento. El Atlético debería reflexionar en profundidad: aún no es lo que quiere ser, aunque a juzgar por su actitud cree que ya ha llegado a la meta. Y le falta tanto que Kovacevic le condenó a la derrota con un gol in extremis. El fútbol también premia a los que no desmayan.

Fernando Torres pugna con Garrido.
Fernando Torres pugna con Garrido.JESÚS URIARTE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_