Rooney da la nota en El Madrigal

El partido transcurrió con la tensión propia de la importancia del choque. Con alguna patada de más, con los pertinentes forcejeos entre jugadores, con las protestas habituales... Todo dentro de un marco reglamentario. Así discurrió la contienda hasta que Wayne Rooney entró en escena para convertirse en triste protagonista.

En el minuto 64 y tras realizar una entrada de tijera a Quique Álvarez, el colegiado danés, Kim Milton Nielsen, mostró la cartulina amarilla al jugador. Rooney reaccionó con irritación. Se acercó al árbitro y le dedicó un aplauso -sus manos de estibador son grandes como dos panderetas- a un centímetro de la oreja. Tan violentado se sintió Nielsen que se giró mostrando otra vez la amarilla en alto. Como si la tarjeta fuese una cruz y Rooney un endemoniado.

El delantero se marchó al vestuario maldiciendo. Su carácter le valió una pelea con Beckham, su capitán, en el último partido de Inglaterra. Fue en Belfast y Beckham le pidió a Rooney que no protestase al árbitro. El delantero le contestó con un grito: "¡Jódete!".

Por otra parte, Sir Alex Ferguson, el veterano técnico del Manchester, afirmó en la víspera del encuentro que la posible ausencia de Riquelme le sonaba a un juego de despiste. Se equivocó. Riquelme no pudo superar las dolencias en su tobillo derecho, afectado con un esguince.