Oreja a Padilla

Con toros de Cebada Gago nunca hay aburrimiento. A Pepín Liria le tocó el peor lote. Su segundo toro no valía nada, buscaba, quería coger. Sin embargo, si hubiera estado más dispuesto en su primero, tal vez de otra cosa estaríamos hablando ahora. Estuvo valiente y en el sitio, pero le faltó temple y más convicción.

A José Ignacio Ramos le correspondió un toro que berreaba y cabeceaba al mismo tiempo. El torero ni dominó ni templó. Mató de manera espléndida y contundente. En su segundo puso un par de banderillas muy ajustado. Inició la faena con unos doblones torerísimos. A partir de ese momento se vio que no podía con el toro. El animal estaba pidiendo que lo toreara un torero. Si encuentra un diestro con valor y talento es posible que ese toro hubiera lucido enormemente; porque el toro tenía una arboladura impresionante, pero embestía bien. Buscaba el toro -o nos parecía que buscaba- alguien que se acoplara con su ritmo vital. Ese toro tenía dentro transmisión de la buena. Pero no encontró quien se la sacara de ese bello pozo que llamamos bravura.

Ayer fue otro día de Padilla dando la vuelta al ruedo con una oreja en la mano. Su primer toro fue manso en el caballo, se dolió en banderillas; mas se vino arriba en la muleta. Mostró una gran dulzura por el pitón derecho. Padilla templó con acierto por derechazos en determinados momentos de la faena y lo mató bien. Lástima que en el sexto toro se arrugara. Con ese toro había que estar en torero, y jugársela para que el triunfo resultara sumamente sonado.

Esta vez, sus patillas, como dos triángulos isósceles, parece que le estaban pidiendo que no se arriesgara demasiado. Al fin y al cabo había cortado, con la de ayer, tres orejas en la Feria de Bilbao. Y eso, según todos los pronósticos, era suficiente para un hombre modesto como él es.

Resulta curioso que un torero como Juan José Padilla, que no es de la preferencia de los buenos aficionados, resulta curioso, repito, que haya salido de Bilbao como el triunfador de su feria. Es verdad que para dentro de dos días nadie va a recordar muletazo alguno de calidad. Pero es lo cierto que ha sido el torero más premiado. Para Padilla, los cuatro puntos cardinales son tres: norte y sur.

En el final de la feria llega la noticia de la muerte en Salamanca del crítico de toros Alfonso Navalón, uno de los más cualificados de los críticos, conocedor del comportamiento de los toros, polémico como pocos y dueño de una prosa precisa y brillante.