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Reportaje:

Adiós a las raíces

La última edición de la Fira de Xàtiva confirma que el evento carece de personalidad propia

La edición de 2005 de la Fira de Xàtiva confirmó los temores que auguraban poca definición en sus raíces y personalidad, no obstante sí se mejoró la calidad -era necesario mejorar el fiasco de la interpretación de zarzuela del año anterior- del presunto patrón que ha tomado el actual Ayuntamiento. El espectáculo inaugural, que constaba de la interpretación de temas centrales de los grandes musicales que hoy por hoy llenan los teatros de Madrid, tuvo buena acogida esencialmente por la actuación de alguna de sus intérpretes y por la popularidad de muchas de las piezas -como los temas de ABBA (el Mamma Mía) o de Camilo Sesto (Jesucristo Superstar)-. El mundo de Broadway también ha sido el elemento elegido por las fiestas de otros pueblos de la comarca, pero aún así ha superado el fiasco de la zarzuela del año anterior y continuado con la obcecación de la exclusividad musical.

Los días de más actividad de la feria se centraron en los tres iniciales, los tradicionales de la feria del ganado -vendido principalmente el primer día debido a su cada vez mayor escasez- y con el concurso de tiro y arrastre. La feria que en teoría debería ir sustituyendo a esta parte, la agrícola, con los tractores y maquinaria del campo, este año ha desaparecido, ya que la plaza donde se ubicaba estaba cerrada por obras. Por lo que respecta a la tradición popular, la Fira de Xàtiva ha estado capitalizadas por demostraciones de artesanía -papel, bolillos y abanicos-, animaciones folclóricas -de Turquía, Chile, África, baile de salón y dansa valenciana-, un concierto de dolçaina y les albades, que se realizaron en las madrugadas del primer y penúltimo día.

Las actuaciones de teatro al aire libre sólo tuvieron una interpretación en valenciano -sí hubo más en las infantiles-, y se cumplió con la censura anunciada por el alcalde Alfonso Rus al actor alcoyano Xavi Castillo y su compañía Pot de Plom, por las parodias que realizó el año pasado sobre la clase política y la Iglesia, pero contradictoriamente actuó el también irreverente Pablo Carbonell, eso sí, en castellano.

Gran parte de asistencia de público finalmente han sido clásicos como las competiciones deportivas de carreras ciclista y las de motos -esta última muy criticada por hacer pagar a los asistentes 10 euros, lo que provocó un considerable descenso de espectadores- y nuevas ofertas como vaquillas y toros embolados. La más populista sin lugar a dudas han sido la fiesta de las paellas, las disco-móviles, los conciertos de Amaral y David Bustamante y el homenaje a Bruno Lomas, que cada vez pone más de relieve que sólo se sustenta en una generación, pero que cumple; y en los tenderetes cada vez se ven menos los productos tradicionales que atraían la vista de los visitantes.

La personalidad de una feria como la de Xàtiva se está diluyendo, pese a los esfuerzos de Rus de proclamarla a los cuatro vientos como "la millor fira del món", sus contenidos no se diferencian mucho no sólo de cualquier pueblo de su entorno, sino de cualquier otro de España -el espectáculo de clausura Campanas para la paz, deseo expreso del alcalde del PP, llegó a Xàtiva después de pasar por Pozuelo de Alarcón y San Antonio de Benagéber-.

Cuando se defiende la historia milenaria de Xàtiva como referente de la cultura valenciana -pese a que se defienda que "también somos españoles" como dice la concejal de Fira de la Corporación setabense-, la Fira d'Agost, con 755 años de historia, no cumple las expectativas por tener una línea muy poco definida y carecer mucho de personalidad.

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