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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

La espectacular magia visual de Tim Burton

Hoy se estrena en España la última película del realizador estadounidense, adaptación del clásico infantil 'Charlie y la fábrica de chocolate', de Roald Dahl. Protagonizada por Johnny Depp, se ha convertido ya en uno de los grandes éxitos del verano

Tim Burton recluta a Johnny Depp al frente de Charlie y la fábrica de chocolate, versión cinematográfica del libro del mismo título de Roald Dahl, un clásico de la literatura juvenil inglesa. En su cuarto trabajo conjunto, realizador y actor se dejan llevar por la magia narrativa del autor galés y crean una obra más oscura y amarga que la anterior adaptación de la novela, Un mundo de fantasía, de 1971. Freddie Highmore, quien trabajó con Depp en Descubriendo Nunca Jamás, interpreta al niño del título con gran soltura.

Charlie y la fábrica de chocolate llega hoy a las pantallas españolas acompañada de buenas críticas internacionales y un constante éxito de público. Número uno en la taquilla de Estados Unidos, Reino Unido, México e Israel, donde la película se estrenó a finales de julio, el nuevo trabajo de Tim Burton recaudó más de 150 millones de dólares en sus dos primeras semanas. El realizador estadounidense, que puso en órbita a Depp con Eduardo Manostijeras y contó con el mismo actor en Ed Wood y Sleepy Hollow, había cubierto con esta recaudación inicial su presupuesto de producción.

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Es probablemente la gran película del verano, aunque los más pequeños pueden verse en apuros debido a la intransigencia del novelista con las debilidades de sus personajes, que Burton traslada a la pantalla con escasas concesiones. En el mundo de Dahl no hay perdón para los consentidos, glotones, avariciosos u obsesos agresivos. Es una constante en la línea del galardonado escritor, que falleció en 1990 a los 74 años de edad. "La película es mágica", reconoce David Kelly, el veterano actor irlandés de cine y teatro que interpreta al abuelo de Charlie, el niño que descubrirá todos los secretos de la fábrica con su curiosidad y lealtad.

Magia en los números y, sobre todo, en el espectáculo visual que crea el más visionario de los realizadores de Hollywood. Burton ha convertido la fábrica de chocolate en un atractivo parque de chucherías regentado por Willy Wonka. Depp se fijó en Keith Richard al dar vida al bucanero de Piratas del Caribe. La maldición de la perla negra, y en esta ocasión parece un clon de Michael Jackson. Pálido, afeminado, elegante y con toques de una cierta fobia al ser humano, así representa el popular actor al excéntrico chocolatero a quien nadie ha visto en 15 años. ¿Es un guiño al ídolo caído? "Todo el mundo lo ve así, excepto Johnny y yo. No es ningún homenaje. ¿Cómo puede serlo sin son tan distintos? A Michael Jackson le gustan los niños; Willy Wonka los aborrece", se irrita Burton durante la promoción de la película en Londres.

Cinco afortunados

Wonka tampoco tiene mucha simpatía por los mayores. Despidió a sus empleados de la noche a la mañana, pero el humo y los ricos olores siguen impregnando la ciudad. Un buen día, invita a visitar la fábrica a cinco niños, a los cinco afortunados que encuentren una entrada de oro entre los envoltorios de sus golosinas. Durante 24 horas, navegarán por un río de chocolate con sus rápidos, cascada y lago; entrarán en un jardín con el césped de menta, flores de caramelo y árboles de caña de azúcar. Verán a extraños obreros enanos -calcados todos ellos de la imagen del actor Deep Roy- recogiendo cacao entre los arbustos de una montaña de toffee. "Tim nos indicó que debíamos expresar sorpresa. Poca falta hizo su instrucción. Abrimos la boca y no la cerramos hasta que terminamos de rodar. Habían construido y pintado a mano todos los decorados. No había visto nada igual en mi vida. Cuando los destruyeron nos echamos a llorar", recuerda Kelly.

"Es más divertido trabajar a la vieja usanza, con decorados reales. La textura era muy importante en este filme, así que construimos los diferentes espacios e intentamos que todo fuera lo más genuino posible. Nos costó meses dar con la fórmula del chocolate que mantuviera la consistencia apropiada a cada momento. Era importante para que no pareciera un río embarrado o un retrete atascado. Al final ahorramos dinero, porque los efectos especiales no son nada baratos", explica el realizador. "En teoría se podía comer nuestro chocolate, aunque a nadie le apetecía probarlo. En poco tiempo, el estudio olía a pestes. ¡Daba asco!".

Acompañados de sus padres o, en el caso de Charlie, de su abuelo Joe, los cinco niños se embarcan en la aventura por el dulce parque de atracciones. En el recorrido, afloran sus defectos y virtudes sin pasar inadvertidos para el anfitrión. "Esos chavales existen. Yo he ido al colegio con tipos así. La mayoría son como Charlie y nadie se acuerda de ellos. Nos acordamos de los malos, de los que se pasan el día llamando la atención. Ahí esta lo extraordinario de la novela, en la fantasía de revancha infantil que narra", señala Burton.

Charlie y la fábrica de chocolate es un clásico de la literatura infantil. Se publicó en inglés en 1964 y, desde entonces, se han vendido 13 millones de ejemplares en decenas de idiomas, incluidos el castellano, euskera y catalán. Mel Stuart llevó la historia al cine en 1971, con Gene Wilder en el papel que ahora retoma Depp en una interpretación bordada. El filme fue un éxito en su día, pero Dalh lo odió, pese a haber contribuido con el guión. "Conozco esa versión. La ponen en televisión todas las navidades. No hay comparación. Tim ha respetado el libro con honestidad", dice el dublinés Kelly.

"Nuestro objetivo era echar marcha atrás y hacer una película del libro. Recuerdo todavía el día que lo leí por primera vez. Es una historia que siempre ha estado conmigo. Me gusta su humor, su lado amargo y oscuro", resalta el realizador y autor de otras adaptaciones, entre ellas sus títulos más recientes como Big Fish, Planeta de los simios y Sleepy Hollow.

Burton vuelca su visión en el proyecto, pero también dulcifica algunos aspectos de la novela de Dalh. Principalmente en referencia a Willy Wonka, al que encuadra en un contexto paterno-filial que no aparece en la obra original. El chocolatero hará las paces con su padre, en la figura de Christopher Lee, en aras de un ideal familiar que no se contemplaba en el libro. "Necesitábamos una historia de fondo para explicar de dónde viene este personaje tan excéntrico. En una película es preciso, porque si no el público se preguntaría: '¿por qué actúa de una forma tan rara?'. Hay que darle cierto carácter al personaje para que no sea, simplemente, un loco sin sentido", defiende.

"A menudo el rastro de las deficiencias te conduce hasta tus padres. Las experiencias dramáticas de la vida incluyen con frecuencia a un padre o una madre", razona el realizador y padre de un hijo con su pareja, Helena Bonham Carter, quien también participa en la película. "El trasfondo familiar es estupendo: un padre dentista", se adelanta Kelly. "A todo el mundo le debe fascinar la idea de una vida arruinada por culpa de un padre dentista. Dahl hubiera aprobado esta explicación".

Tim Burton ha vuelto a conseguir aunar las buenas críticas con una excelente recaudación en taquilla en su última realización.
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