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Crítica:FERIA DE SAN FERMÍN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Toros de ayer, de hoy y de siempre

Una corrida seria e interesante la que envió a Pamplona Dolores Aguirre. Toros con enormes pitones y gran cuajo. Al quinto de la tarde le dieron cuatro varas de las buenas. Esas cuatro varas, y su peso específico acuñado por los picadores, sirven para picar toda una corrida de seis toros en la que alternen las figuras. Los toros de la ganadera de Berango (Vizcaya) dejaron una impresión muy buena en términos generales. Hubo toros con peligro, otros mansos y otros con embestidas francas para las muletas. Toros de hoy, con cierto parecido al ayer y, sin duda, toros que serán de siempre. Lo demás son macanas contadas por un Robinsón de pega que alquila su isla a los turistas.

Dávila Miura será el primero en estar arrepentido de cuanto le pasó en su primer toro, a la sazón primero de la tarde. Construyó una faena maciza. Después de unos muletazos de rodilla en tierra en el inicio, las tandas de derechazos y naturales estuvieron nimbados por el mando. Hubo series cortas, pero muy ligadas. Exhibió ese toreo campero que tan bien lo ejecuta. Se tiró a matar con arrestos y decencia y le salió una media estocada en el sitio. Cuando parecía que tenía la oreja ganada a ley, empezó a soltar golpes de descabello a diestro y siniestro. Adiós gozo. Tal gozo se fue por el pozo. En su segundo, aunque dibujó derechazos y ayudados en series aceptables y una segunda serie en parecido tono, cuando tomó la izquierda, no acabó de redondear. En este toro era como si estuviera todavía sin recuperarse de la decepción acaecida en su primero.

Aguirre / Dávila, Marín, Bolívar

Toros de Dolores Aguirre, desiguales de juego, con una presentación irreprochable. Eduardo Dávila Miura: media estocada, tres descabellos -aviso- y cinco descabellos (silencio); estocada (silencio). Serafín Marín: media estocada (vuelta); estocada ladeada (ovación). Luis Bolívar: pinchazo y estocada defectuosa (silencio); tres pinchazos y estocada desprendida (silencio). Plaza de toros de Pamplona, 9 de julio, 5ª de abono. Lleno.

Los inicios de Serafín Marín con el capote fueron muy prometedores por su fina factura en la ejecución. En el inicio de la faena se dobló con el toro muy bien. Nada más armar la muleta y pasársela por el pitón derecho, el toro le quiso mandar a la enfermería. Cambió de mano y trazó dos series de naturales, donde imperó el temple y la buena fabricación de los pases. Vuelve a probar suerte y entonces el toro ya había aprendido a embestir por ese pitón y se sometió obediente al mando del diestro. Había operado el dominio de sus muñecas de azúcar. Una meritoria faena, que no fue suficientemente reconocida por el respetable. En su segundo toro también brilló el torero catalán por su profesionalidad. Anotemos que el ejemplar pesaba 625 kilos y, además, tenía mucho que torear. El animal remataba los pases con la cabeza demasiado alta. El torero puso de relieve en la tarde pamplonesa un valor seco, sin mentiras.

El colombiano Luis Bolívar puso en evidencia en su primer toro que está a falta de oficio. Estuvo sin sitio, con demasidas dudas. El toro era excesivamente grande para los conocimientos que el diestro dejaba traslucir. El sexto de la tarde, segundo de Bolívar, fue un toro que sembró en las cuadrillas un pánico generalizado. Sin embargo, el torero puso valor y ganas. Citó de lejos con la derecha y puso sus muslos a merced del astado por naturales. Como es sabido, un toro que mansea reparte mucho peligro a la hora de acudir a los engaños. Por esa razón, es de elogiar la valentía que dejó patente el muchacho. Quizá hay que perdonarle la impericia artística mostrada en ese último toro, dada la peligrosidad que llevaba dentro el Polifemo con cuernos.

Eduardo Dávila, en el primero de la tarde.
Eduardo Dávila, en el primero de la tarde.LUIS AZANZA

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