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Reportaje:TOUR 2005

20 kilómetros de caravana

40 marcas con 200 coches desfilan en una carrera que cumple 75 años de patrocinio publicitario

Henri Desgrange se inventó el Tour hace más de cien años, y en 1930, hace 75, cuando se descubrió Plutón y Georges Simenon ideó las aventuras del comisario Maigret, voilà!, hizo nacer la caravana publicitaria. Hoy, como entonces, todo el que salga a las carreteras para ver pasar a los ciclistas se entretendrá un par de horas antes con esa otra comitiva, que se supera a sí misma y bate marcas en sus bodas de diamante. Los ingresos por publicidad directa van en aumento, en consonancia con la corriente: más de la mitad de los 12 millones de euros que gana anualmente Lance Armstrong los cobra en referencias publicitarias.

El concepto de escaparate ambulante es tan intrínseco al Tour como sus orígenes. Y es que nació auspiciado por empresas referentes a la manufactura de bicicletas o sus componentes, como Citroën. No fue hasta llegados los 50 que firmas comerciales ajenas al ciclismo entraron en el pelotón. Para desesperación de Jaques Goddet, director de la carrera y valedor del inicial espíritu, Nivea funcionó como equipo en 1953.

Incluso los colores de los maillots que premian a los campeones en cada categoría tienen base publicitaria. Fue también en 1953 cuando se vio el primero verde, destinado a honrar al corredor más regular. La Bella Jardinera, firma de productos para la jardinería, escogió el color convirtiéndose en el primer sponsor no ciclista para los jerseys. Mas tarde, en 1975, la chocolatera Poulain se hizo cargo de los premios para el mejor escalador, reconocido desde 1933, pero no identificado. Se trataba de competir en visibilidad dentro de un panorama multicolor deslumbrante. La solución la encontraron en casa: los colores de una de sus célebres chocolatinas sirvieron para vestir a topos blancos y rojos al mejor en la montaña. Este año, una empresa de supermercados paga 300 euros al día a quien vaya vestido de chocolatina. En el Tour todo tiene precio menos la gloria.

Hoy, antes de que el primer ciclista baje la rampa en Formentine, una retahíla de coches y autocares, alineados y ordenados en función de lo que paguen por estar ahí, pasará por el trazado, como hará durante las tres próximas semanas, como aperitivo. Doscientos vehículos en representación de 40 marcas comerciales distintas formarán 20 kilómetros de desfile. Durante 45 minutos, quienes se agolpen en las cunetas recibirán un espectacular bombardeo a golpe de regalitos: 11 millones de objetos se repartirán por el camino.

Es tan divertido de ver un día como insoportable si se vive desde dentro. "A los cuatro días de caravana, empieza a ser una tortura", confesaba ayer monsieur Bivou, conductor de uno de los Citroën 2CV que, pintados a cuadros rojos y blancos, como un mantel, con una cesta de mimbre sobre el capó, representan a los embutidos Cochonou. "Usamos tapones en los oídos para soportarlo", explicaba.

Entre los vehículos tuneados destacan dos Land Rover que pasean a dos canguros en bici para anunciar la Vuelta a Australia, así como los coches de una firma de estilográficas con réplicas hinchables y unos con enormes vacas y cajas de quesitos en porciones: La Vaca que Ríe vuelve al Tour.

Dos ciclistas pasan en su entrenamiento por delante de un cartel anunciador del Tour.
Dos ciclistas pasan en su entrenamiento por delante de un cartel anunciador del Tour.EFE

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