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VELA | La Copa del América acoge por primera vez en 154 años a un equipo africano

El presupuesto más modesto y los sueldos más bajos

El Shosholoza es el más modesto de los 12 equipos participantes. Está, con 25 millones, a la mitad del camino del presupuesto previsto. A años luz del Oracle, por ejemplo, con 159. Aparte de Shipping Company, el otro gran patrocinador es la empresa alemana de comunicación T-Systems, con 13 millones.

El conjunto surafricano, sin embargo, es el único desafío que ha presentado un barco nuevo. Pintado de colores vivos y diseños nacionales. Es estrecho -26 metros de largo y 3,4 de ancho-, moderno y veloz. Pero con un inconveniente: no fue estrenado hasta el día antes de las regatas. "En Valencia pagaremos la novatada, mejoraremos en Malmoe y estaremos a tope en Sicilia

[en alusión a las próximas regatas]", pronostica Sarno. Y acierta: no ha ganado ninguna regata.

Shosholoza, que significa hacia adelante con confianza, es una canción del folclore surafricano que habla de la unidad de los pueblos y de las razas. Ya ha sido traducida al español. Los marinos se la saben de memoria y la cantan en los calentamientos antes de competir. El sentimiento nacional es fuerte: el 95% del grupo es surafricano.

"En 2011, más de la mitad de la tripulación del Shosholoza serán chicos de nuestra escuela", proclama Sarno. "Cuando comencé", añade, "no tenía ningún apoyo y a los chicos les dije que dejaran sus trabajos y que vinieran, que trabajarían más que nunca y que se arrepentirían, pero que un día recibirían la mano del presidente, Thabo Nbeki". Los marinos del Shosholoza, que tienen pagado el alojamiento y la manutención, cobran unos 1.500 euros al mes, lo que es poco comparado con los navegantes de otros desafíos. Pero no se quejan. "Prefiero que el dinero se invierta en el barco", dice Easley.

Y el ambiente en el equipo, en su base del puerto de Valencia, era tan relajado en los días previos a las regatas que el piano Guido Verhovert inventó un juego muy arriesgado: montó una rampa con caída al mar y propuso lanzarse por ella a lomos de una bicicleta. Antes ató a la bicicleta una ampolla de plástico medio llena que hacía de boya para no perder el velocípedo en las turbias aguas del puerto. ¿No temen la contaminación? "Son tipos duros", responde un miembro de la organización del Shosholoza.

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