Rincón, un torerazo
César Rincón confirmó ayer que ha vuelto por sus fueros a su pedestal de primerísima figura del toreo. Ayer, entusiasmó de nuevo a Las Ventas, y sólo la baja colocación de la espada en el cuarto le cerró la puerta grande. Pero toda su actuación fue de muchos quilates, de figura grande, de torero de época. A punto estuvo de sufrir dos percances a causa de sendos resbalones que lo dejaron a merced de sus toros, pero se rehízo con gallardía y arrestos para dictar lecciones magistrales de torería eterna.
Exprimió hasta la última gota el deslucido comportamiento de su primero, al que enseñó a embestir a pesar de que se lo impedía su alarmante falta de casta. La apoteosis llegó en el cuarto, un toro de Jandilla, serio y bien presentado, codicioso en el caballo, que acudió con brío en banderillas y con tranco largo llegó al tercio final. Inició Rincón su labor por bajo y se lució con un cambio de manos garboso y una trincherilla de cartel. Citó de lejos al toro, le presentó la muleta, lució el galope de su oponente y, entre los dos, protagonizaron una tanda de redondos largos y ligados. Cayó en la cara del toro, pero todo quedó en un susto. El toreo por la izquierda, siempre con la suerte cargada, en el sitio justo, alcanzó niveles de perfección, hondo, auténtico, bellísimo. Los ayudados finales, muy ceñidos, los cerró con un desplante, y sin moverse del sitio, dio media vuelta sobre sí mismo y montó la espada. Citó a recibir, como el bravo toro merecía, y la estocada cayó baja y de efectos fulminantes. El premio se redujo a una oreja, pero la vuelta fue apoteósica, de conmoción popular ante la gesta de un auténtico figurón. También dibujó el toreo grande con el capote en sus dos toros. Recibió a su primero con tres verónicas con las manos bajas, con la barbilla hundida en el pecho, de muy bello trazo. Resbaló cuando se preparaba para la cuarta y sufrió un revolcón sin consecuencias. Volvió a lucirse por verónicas en el cuarto y cerró la tanda con una media sensacional. Ahí queda eso: un torerazo.
Cinco ganaderías / Rincón, Tejela, Perera
1º y 4º, de Jandilla: descastado el 1º y bravo y codicioso el otro; 2º, de Vellosino, soso y deslucido; 3º, de Puerto de San Lorenzo, devuelto; 5º, de Guadalest, descastado y flojo; 6º, de Concha y Sierra, cornalón y violento; sobrero de El Torreón, descastado. César Rincón: -aviso-, estocada (gran ovación), estocada baja (oreja). Matías Tejela: dos pinchazos y estocada (silencio); pinchazo y media (silencio). Miguel Ángel Perera, que confirmó la alternativa: estocada baja (silencio); -primer aviso-, un pinchazo, estocada -segundo aviso- (silencio). El Rey asistió en una barrera del tendido 1. Plaza de Las Ventas, 26 de mayo. Corrida organizada por la Asociación de la Prensa. Lleno.
Perera confirmó la alternativa y dejó entreabierta la puerta de la esperanza. Aburrió en su primero porque el toro era un buey y él se empeñó en demostrar que es torero serio. Y lo confirmó ante el sexto, cornalón y violento, ante el que se plantó con arrojo y lo dominó con una tanda de redondos ligados. Magnífico también por la izquierda en un alarde de valor y técnica, pero no redondeó la tarde a causa de la extrema mala uva de su oponente. Tejela no tuvo toros ni ayer fue su día. Traza bien los muletazos, pero le cuesta un mundo cruzarse. No pudo lucirse ante su descastado primero y trató de justificarse, sin conseguirlo, ante el deslucido quinto.
A los organizadores de esta corrida hay que pedirles seriedad y respeto para la afición. El cartel debe ser presentado con toros y toreros y no con esa coletilla de "reses de distintas ganaderías". Y de "extraordinaria", nada de nada. Cinco ganaderías y de muy escaso prestigio casi todas ellas. Para ese viaje no se necesitan alforjas. Más seriedad a la hora de organizar corridas supuesta y falsamente extraordinarias.
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