Akira Yoshikawa, maestro de la papiroflexia moderna
Akira Yoshikawa, considerado el padre de la moderna papiroflexia o moderno origami, murió el día que cumplió 94 años, el pasado 14 de marzo, por un fallo cardiaco y complicaciones de una neumonía en un hospital cercano a su casa en Okigubo, a las afueras de Tokio, en el que llevaba internado ya dos meses, informó días pasados su esposa Kiyo. Yoshikawa era llamado "el padre del moderno origami", pues a él se debe que esta técnica de plegado pasara a ser considerada un arte debido a su innovación, creatividad, gran dedicación y a la perfección de sus trabajos en papel inspirados, por lo general, en la naturaleza, y caracterizados por sus líneas simples y elegantes, así como por su gran expresividad.
Con una técnica novedosa conocida como plegado húmedo, que permitía hacer formas esculturales, el autodidacto Yoshikawa rompió así con la tradición de que las figuras de origami debían ser planas y estáticas, resultado de un estricto orden de reglas de plegado que se habían transmitido de generación a generación sin cambios.
Creador de miles de diseños originales, que nada tenían que envidiar a los tradicionales cisnes y grullas en papel plegado, creó también un código internacional para representar las dobleces, con lo que unificó el origami facilitando así la comunicación entre los plegadores y la expansión de esta técnica. El éxito internacional le llegó en los años cincuenta en que comenzó a ser considerado como el maestro que logró que el origami pasase de ser considerado como un entretenimiento para niños a ser valorado como una forma de arte figurativo, lo que le confirió más respeto.
Se cree que el origami llegó a Japón en el siglo VII desde China, donde se originó casi inmediatamente después de la invención del papel, a finales del primer siglo antes de la era moderna (a. de C.) y que Marco Polo lo trajo a Europa en el siglo XIII, aunque a España llegó de las manos de los árabes y desde España al continente americano. En Japón, el origami fue elevado al mismo nivel que la pintura y otras manifestaciones artísticas debido, en parte, a que a su práctica se la podía dotar de un ceremonial y de un significado espiritual.
Yoshikawa, nacido en una familia de agricultores en Kaminoka-wa, en la provincia de Tochigi, en el centro del archipiélago nipón, se trasladó de adolescente a Tokio, donde concluyó su formación como delineante. La primera vez que Yoshikawa entró en contacto con el origami fue cuando contaba tres años y un vecino le hizo un barco de papel, pero no comenzó a estudiar esa técnica hasta que entró a trabajar en una fábrica para hacer herramientas, en la que impartió clases de geometría a los empleados más jóvenes para lo cual se valió del plegado de papel.
A mediados de los años treinta abandonó su trabajo en la fábrica e inició su preparación para convertirse en sacerdote budista y, al cabo de dos años, decidió no entrar en un monasterio sino hacer que el origami fuera el centro de su vida, lo que le costó vivir durante dos décadas en la miseria. Durante la II Guerra Mundial sirvió en el cuerpo médico del Ejército japonés en Hong Kong, donde usó sus figuras para alegrar a los pacientes antes de que él también cayera enfermo y fuera enviado de regreso a Japón.
La revista popular Asahi Graf fue la primera en descubrir y publicar su obra en 1951 cuando le encargó que hiciera figuras de papel que representaban los 12 signos del zodiaco para ilustrar el número de enero de 1952. El editor de Asahi Graf le ayudó a montar su primera exposición en la capital nipona, en la que alcanzó gran reconocimiento. La expresividad de sus figuras de papel interesaron al antropólogo estadounidense Gershon Legman, un entusiasta de la técnica de plegado de papel, quien tras enviarle docenas de cartas, que Yoshikawa, no pudo responder por falta de dinero, logró contactarle y le ayudó a que se exhibieran sus trabajos en el museo Stedelijk en Amsterdam.
A raíz de esa exposición surgieron otras y también conferencias en numerosos países en los que popularizó el origami, que Yoshikawa consideraba "el lenguaje común del mundo". Cuando a principios de la década de los años noventa, recibió el encargo de crear elaborados paisajes en origami, que incluían montañas y campos de cultivo de arroz, para una exposición en España, dedicó más de seis semanas a investigar cómo hacer que un trozo de papel pareciera una espiga de arroz, tras lograrlo y "ver que era como el original me puse tan contento que no pude dejar de llorar", declaró.
Condecorado con la orden del Sol Naciente, Yoshikawa había sido declarado Tesoro Nacional Viviente en Japón.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.