Escobar y Llaneras compensan el desastre federativo
Dos de los cuatro únicos españoles, al quedar nueve fuera por un fallo burocrático, vuelven al podio
Los deportistas han estado demasiadas veces por encima de los directivos y se ha vuelto a demostrar. El ciclismo en pista, ya bastante marginado por el mayor auge del de carretera, sigue dando muchos más frutos en comparación al trato que recibe. Sergi Escobar, medalla de bronce en la persecución olímpica de Atenas 2004 y de los Mundiales 2003, pero campeón del mundo en los de 2004, logró la medalla de plata el viernes en los Mundiales de Los Ángeles. Joan Llaneras, el más laureado, última plata en la puntuación olímpica, obtuvo el jueves, el primer día, el bronce. Era nada menos que su décima subida a los grandes podios mundialistas, la sexta en la prueba de puntos, en la que ya lleva tres oros, una plata y dos bronces, a los que suma otros dos oros y dos platas en la carrera a la americana.
Dos medallas españolas, que quizá se queden ahí -salvo que Villanueva haga otra hazaña en velocidad-, frente a las cuatro de Atenas, donde también José Antonio Escuredo fue plata -ayer sólo pudo ser sexto- y el equipo de persecución, que no pudo participar por un grave error federativo.
Ni el cuarteto de persecución -por eso quedó solo Escobar en la individual- ni otros corredores que habían logrado los pasaportes para estar en los Mundiales: nueve en total. Sólo cuatro compiten en Los Ángeles. De nada les sirvió haber sacado los puntos necesarios en distintas pruebas previas de la Copa del Mundo, porque la Federación Española no les llevó a la de Sidney y la Unión Ciclista Internacional les quitó las plazas.
Joan Llaneras, un caso ya emblemático de diferencia de criterios, incluso técnicos, volvió a demostrar que está por encima de todo y sin llegar en plena forma, ni muy a gusto porque prefiere campeonatos en épocas más calurosas, hizo otra demostración. Se permitió no puntuar apenas en las primeras 130 vueltas, sólo cuatro puntos en dos sprints, y tras ser muy controlado, como siempre, en varios intentos anteriores atacó a 30 giros del final. En un principio también desistió, pero al final se fue tras el griego Tamuridis, al que también interesaba ganar vuelta y lograr la plata con los 20 puntos otorgados. El oro, tras otra vuelta ganada a media carrera y más presencias en los sprints parciales, fue merecidamente para el ucranio Rybin. El ruso Ignatiev, campeón olímpico sin marcajes, se perdió esta vez.
Escobar dio la sensación de que podía ganar cuando mejoró el tiempo del alemán Robert Bartko al pasar los 1.500 metros de los 4.000 de la final de persecución. Era su carrera típica, de menos a más. Pero el germano, que ya le había superado en series, acabó mejor. Le fue recortando el medio segundo que le había llegado a sacar el español a los 2.000 metros. No sólo lo recuperó poco antes de los 1.000 metros, como había tenido al principio de carrera, sino que tras ponerse por delante a los 3.000, terminó ganando por más de dos. El cargado aire del velódromo californiano tampoco le fue bien a Sergi. Pero a él, y a todos, muchos menos la federación.
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