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Columna
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La COPE

La COPE es propiedad de la Conferencia Episcopal Española. Está bien que la Iglesia disponga de un medio de comunicación para difundir su doctrina y orientar a la grey cristiana. ¿También para informar y opinar sobre política? También. Tiene todo el derecho y es bueno que así sea. Sucede, sin embargo, que la Iglesia está formada por "la congregación de fieles cristianos bajo el gobierno del Santo Padre". Y es lógico que entre los fieles cristianos existan diferentes tendencias políticas, que deberían tener la posibilidad de exponer sus ideas en el medio de comunicación propiedad de su Iglesia. No tiene sentido que por la COPE se difunda una sola opción política. Si se puede llamar así. ¿Están todos los cristianos católicos españoles de acuerdo con la línea ideológica que transmiten los servicios informativos de la COPE y las opiniones partidistas y sectarias que la acompañan? ¿Están de acuerdo todos los cristianos católicos con los insultos y descalificaciones que lanza, cada día, el director del programa La mañana, Jiménez Losantos, contra todos los que no opinen como él y sus contertulios? ¿No hay otras opiniones políticas, entre los católicos españoles, dignas de ser expuestas por los micrófonos de la cadena de la Iglesia? ¿No hay socialistas entre los católicos españoles que puedan sentirse ofendidos cuando, por ejemplo, se insulta al actual presidente del Gobierno? ¿O nacionalistas que han de soportar los ataques brutales que contra los nacionalismos se lanzan desde la COPE? Incluso miembros del mismo PP. La Iglesia debería dar ejemplo, ofreciendo a través de su emisora una información veraz y una línea de opinión plural, reflejando así el sentir diverso de la congregación de sus fieles. No tiene sentido (ni democrático ni cristiano) que la Conferencia Episcopal haya puesto su cadena radiofónica al servicio de una especie de agitador de masas que se pasa lanzando arengas y soflamas desde que abre sus micrófonos. Los señores obispos tendrían que tener presente que un medio de comunicación de la Iglesia, como es la COPE, debe propiciar, como nadie, el respeto mutuo entre todos los ciudadanos, la concordia y la convivencia en paz y democracia. Pero nunca el odio.

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