Una corrida escasa de todo
La corrida de Jandilla no tuvo ni forma ni fondo. Corrida sin presencia. Anovillada. Los tres primeros no eran de recibo; los tres restantes, algo más aparentes, tampoco. Toros sin remate, ni por delante, ni por el medio, ni por detrás. Pobres de pitones. Nada seria, en fin, la corrida de Jandilla. Casi escasa de todo. Se le midió mucho en el primer tercio, por donde tampoco aportó nada. Una pantomima ante el caballo. Y con las fuerzas más que justas. Un lamento de corrida.
El primero de la tarde, al margen de su mínimo aspecto, fue toro importante. La excepción ante desfile tan descastado. De viaje largo. Repetidor. Y con calidad. De idas y venidas codiciosas. Incansable. A Rincón se le vio demasiado fácil. Abierto el compás, lo toreó templado y largo por la derecha. Pero sin romper. Siempre muy lineal. O rectilíneo. Es decir, poco comprometido. Toro para reventar la plaza. Faena de más espuma que contenido. Y sin aprovechar por el pitón izquierdo. Salió trompicado al matar y resultó con un pitonazo en una pierna.
Jandilla / Rincón, Juli, Capea
Toros de Jandilla, sin trapío, anovillados, con las fuerzas justas y noblones. César Rincón: casi entera atravesada -aviso- y bajonazo (saludos); pinchazo y casi entera perdiendo la muleta (silencio). El Juli: pinchazo y entera trasera y tendida (palmas); bajonazo trasero (oreja). El Capea: entera tendida y trasera y descabello (silencio); pinchazo y casi entera algo atravesada (palmas). Plaza de Valencia, 17 de marzo. 6ª de feria. Lleno.
No se confió Rincón con el débil cuarto. Flojo toro, pero listo. Picado muy trasero, se echó encima de los banderilleros. Sin pasar y a la defensiva, planteó dificultades. Muy pendiente del torero, se lo puso difícil a Rincón. Empeñado en dar pases, no encontró tregua. Como una lucha, pero sin confianza, acabó inseguro Rincón. Impotente, el toro le comió siempre el terreno.
A mucha distancia de aquel primero, pero muy toreable también, el segundo. De embestida más acompasada. Más templado y más dócil. Demasiado fácil para El Juli, que lo llevó por aquí y por allá casi a capricho. Algo rebrincado por el pitón izquierdo, la faena se rompió cuando El Juli pasó la muleta a ese lado. Mucha indiferencia en la gente, sólo caliente cuando Juli echó mano de circulares invertidos.
El quinto, con 604 kilos, pero tan pocos pitones como el resto, no tuvo ni chicha ni limoná. El Juli, al que la gente no le perdona haber abandonado el segundo tercio, estuvo falto de toro. Siempre con la muleta a media altura, llenó con insistencia un trasteo coreado desde el tendido. Pero carente de emoción. Todo lo puso el torero, por muy poco del toro. Un bajonazo de efectos rápidos no importó para que el palco complaciera la petición de la gente. Oreja sin rigor.
Seriedad desmoronada
El Capea debutaba en feria postinera. Un examen serio a priori. Pero seriedad desmoronada ante tan insignificantes oponentes.
Derrumbado en banderillas el tercero, se arrastró en el tercio final. Corto de embestida el toro, Capea le anduvo poco resuelto. Ni hacia delante ni hacia atrás. Muy tenso el torero. Nervioso. Abombado. Como desubicado. Sin encontrar sitio.
El sexto fue el toro que mejor estilo utilizó en varas y el que más se empleó. Incluso derribó en la primera vara. Tuvo movilidad, pero de la pegajosa, de la incómoda. Algo es algo. Y nada claro por el pitón izquierdo. Más animoso El Capea, templados los nervios, forzó ante ese toro. La faena tuvo, sobre todo, golpes de actitud. También algo mecanizada. En cualquier caso, de toreo de seco valor. El mejor apunte, resolver sin apuros la antipática embestida del toro. Y con el público a favor, todo pareció más fácil.
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