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Crónica:FÚTBOL | 28ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Torres gana el combate

Un gol del Niño deja al Atlético a un paso de Europa tras un duelo con el Valencia lleno de palos

José Sámano

De un partido áspero, trabado, con un amplísimo repertorio de golpes, sólo Torres fue capaz de sacar tajada. En realidad, fue el único al que se le encendió la bombilla en un duelo más parecido a una reyerta que a un pulso futbolístico. Una refriega que dejó a este Atlético matagigantes a un centímetro del podio europeo. Lo logró a su manera: una asistencia de Antonio López desde un córner y cabezazo del Niño. La ecuación ofensiva preferida del Atlético. Casi la única, en realidad. Los números cantan: Torres lleva 15 de los 32 goles rojiblancos y López, el sorprendente mensajero de esta Liga -ayer vigilado en directo por Luis Aragonés-, ha servido siete tantos a sus compañeros. Conocedor de esta pareja de baile, el Valencia, siempre distinguido por una defensa de mármol, se comió el remate del capitán rojiblanco, que metió la frente en las narices de un tipo tan duro como Ayala.

ATLÉTICO 1 - VALENCIA 0

Atlético: Leo Franco; Velasco, Perea (García Calvo, m. 30), Pablo, Sergi; Gronjkaer, Luccin, Colsa, Antonio López; Jorge (Nuñez, m.67; Sosa, m. 81) y Torres.

Valencia: Cañizares; Sissoko (Di Vaio, m. 64), Ayala, Navarro, Carboni; Rufete (Xisco, m. 64), Albelda, Marchena, Fabio Aurelio (Fiore, m. 82); Aimar; y Mista.

Goles: 1-0. M. 12. Antonio López lanza un saque de esquina y Torres pica el balón de cabeza batiendo a Cañizares.

Árbitro: Iturralde González. Amonestó a Sissoko, Gronkjaer, Antonio López, Luccin, Pablo, Marchena, Sosa, Cañizares y Albelda.

Unos 50.000 espectadores en el estadio Vicente Calderón. Se lanzaron varias bengalas desde la grada que ocupa el Frente Atlético y un petardo cayó cerca de Cañizares después del gol de Torres.

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Más allá del gol, el encuentro fue un combate de altos pesos. En buena parte por el sello de ambos equipos, perfilados para afrontar el duelo con papel de lija. Sobre todo el Valencia, que suplió la baja de Baraja de la peor forma posible. Antonio López, su técnico, fijó de entrada a Marchena como embudo, por delante de la defensa, junto a Albelda. Mucha pierna y nada de tacto. Toda una renuncia al control del juego, una apuesta por el pico y la pala. Cosas de esos entrenadores empecinados en clavar la trinchera donde se cuece el juego. Una fórmula inservible cuando el marcador se empina. Justo lo que le ocurrió al Valencia antes del cuarto de hora. Tiempo suficiente para que Torres marcara, para que Marchena y Albelda no olieran la pelota y para que Sissoko -otro invento como lateral derecho- perdiera la brújula ante Antonio López. Total, que el otro López, el técnico, dio marcha atrás: Navarro se fue al lateral, Marchena dio un paso atrás y Sissoko se fue al eje. La mutación tampoco alumbró al Valencia, porque el africano -al que le perdonaron la expulsión- es otra roca, tal que Albelda. Con lo cual, se fue al banco mediado el segundo periodo en beneficio de Di Vaio. De esta guisa, el equipo levantino confió su suerte en la vía de Aimar, escoltado toda la noche por Luccin y una hilera de rojiblancos.

Enfrente, el Atlético no expuso gran cosa. Ferrando poco a poco va esculpiendo el mejor equipo posible. Por mucho que baraje en la plantilla no hay mucho más, sobre todo en ataque, un desierto en el que Torres se busca de forma maravillosa las habichuelas. A Ferrando sólo le queda una novena al Niño. Entre los nueve compañeros que le rodearon ayer suman nueve goles. Nada extraño si se tiene en cuenta que entre todos los jugadores en nómina han logrado dos goles más que Torres. Más elocuente, imposible.

En el Calderón, al calor de la fiel hinchada, el Atlético ha sido capaz de acercarse a los puestos europeos. Escaso de recursos, el equipo precisa de estímulos y no hay grande al que no haya hecho sufrir: Madrid, Barça, Sevilla, Depor... Un acto de fe que repitió ante el Valencia, frente al que apretó los dientes como nunca. Entre otras cosas, porque el Valencia le achuchó de lo lindo en el segundo tramo. Y también porque no se descompuso en un partido resuelto a guantazo limpio con el beneplácito de un pésimo árbitro, que se hizo el sueco de forma intolerable cuando Sissoko sacó el hacha. Y cuando Navarro le incrustó a Núñez un taco a un dedo de la rodilla. Y cuando el pelotón rojiblanco se encargó una y otra vez de que Aimar mordiera la hierba.

A estacazo limpio hasta el final, sin una gota de fútbol en cualquiera de los dos bandos, el encuentro derivó en un puro disparate. Dos pifias de García Calvo en la prolongación y otra de Velasco dejaron al Valencia a un palmo del empate. Una taquicardia final de la que el Atlético debería sacar conclusiones: con el salvoconducto de Torres, si muestra la misma entereza lejos del Manzanares y no sólo ante los gigantes, Europa le puede abrir una puerta. Con estos argumentos ya está a un punto de la zona UEFA y a tres de la Liga de Campeones. Sabe el camino y no tiene otro aliño posible. Más argumentos tiene el Valencia, y mucha mejor plantilla, aunque su técnico aún esté de pruebas. Suceder a Baraja le supuso una tesis doctoral: de Marchena a Fiore, pasando por Sissoko y hasta Fabio Aurelio. Demasiado despiste. Con menos recursos, el Atlético lo tuvo más claro.

Fernando Torres festeja su gol al Valencia.
Fernando Torres festeja su gol al Valencia.CLAUDIO ÁLVAREZ

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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