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Reportaje:CAMBIO CLIMÁTICO

Andalucía, más lejos de Kioto

Las emisiones de gases en la comunidad crecen por encima de la media española, que ya triplica lo fijado por la UE

Alejandro Bolaños

El mar se comerá la zona costera de Doñana. El agua en las ya deficitarias cuencas del Sur y del Guadalquivir será más escasa. El riesgo de incendios aumentará. La tierra será menos fértil. No son visiones apocalípticas, sino hipótesis sobre los efectos en España del cambio climático a finales de siglo si las peores previsiones se cumplen. El estudio, elaborado por medio millar de científicos durante tres años y presentado el pasado martes, advierte de la diversidad del territorio español y de la imposiblidad de sacar conclusiones locales. Pero algunas de las consecuencias previstas aún en los escenarios más benévolos se notarán con especial intensidad en Andalucía: más olas de calor, menos lluvia, playas más exiguas... Y golpearán a los dos sectores básicos de la economía andaluza, la agricultura y el turismo.

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Una vecindad extraña

Los científicos relacionan el cambio climático con las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero. Un fenómeno global, que 141 países se han comprometido a afrontar en el Protocolo de Kioto, en vigor desde esta semana. El objetivo fijado para España es que frene las emisiones de los seis gases incluidos en el protocolo (medidos en toneladas equivalentes de dióxido de carbono, CO2, el más abundante de ellos), para que en 2012 el volumen emitido no haya crecido más de un 15% respecto a 1990, el año de referencia. Un objetivo casi imposible ya, porque en 2004 se ha estimado que el volumen de emisiones superó el de 1990 en un 45%. El Gobierno no ha establecido qué objetivo tendría que cumplir cada comunidad autónoma y en Andalucía no hay datos tan recientes. Pero el último inventario de la Consejería de Medio Ambiente, de 2002, evidencia que el ritmo de crecimiento es mucho más alto. El volumen de emisiones en Andalucía fue de 57.130 toneladas de CO2, un 54% más que en 1990, frente al 38% que se registró en España aquel año.

Parón de seis meses

¿Alarmismo? "Me molesta que estos asuntos se traten con frivolidad, detrás hay un trabajo científico muy complejo", advierte Diego de la Rosa, investigador del Instituto de Recursos Naturales del CSIC (Sevilla), y uno de los 50 colaboradores principales del estudio sobre cambio climático. "En las numerosas reuniones que tuvimos, lo que más me llamó la atención fue el convencimiento de los especialistas en meteorología y en física de la atmósfera en que sus modelos climáticos se van a cumplir", añade. Él contribuyó al estudio como especialista en los procesos degradativos de los suelos. "Para mí, se trató de incluir nuevas variables en los trabajos que ya venía haciendo". Esas nuevas variables, se resumen en subidas de la temperatura media de entre 3 y 7 grados centígrados en 2100. "La degradación que ya se está produciendo iría a mucho peor y llevaría a más erosión, contaminación, salinización y compactación de los suelos". El investigador se niega a hacer predicciones por territorios, pero explica que todo el proceso se traduce en "pérdida de fertilidad" del terreno y que la agricultura se podría ver muy afectada.

Reforestación, aporte de materia orgánica al terreno, un inventario de suelos o una delimitación de sus usos son algunas de las medidas que De la Rosa plantea para mitigar esos efectos y que pueden ponerse en práctica en Andalucía. El investigador del CSIC es también uno de los 20 expertos del panel sobre cambio climático que la Junta creó a finales de 2002. Una iniciativa pionera entre las comunidades autónomas cuya actividad, sin embargo, se limitó a intentar incorporar la cultura contra el cambio climático en leyes y planes de la Junta. Y que en el último año estaba "aletargado" a juicio de otro de los expertos. "Hemos parado seis meses ante el cambio de la política energética en el Gobierno", concede Esperanza Caro, responsable de la Consejería de Medio Ambiente. El panel se reactivará en marzo y la Junta va a crear un centro administrativo para desarrollar las medidas contra el cambio climático,

Para cumplir el Protocolo de Kioto, el Gobierno ha establecido unas cuotas de emisión a varias industrias (electricidad, refinería, siderurgia, cemento, cal, celulosa, vidrio, ladrillos), responsables de más del 40% de las emisiones. Ese plan, que en Andalucía afecta a 166 instalaciones, supone que en los próximos tres años las emisiones deben quedarse casi al nivel actual en esas industrias. Hay tres excepciones claras, todas en el sector eléctrico: un recorte moderado en las plantas alimentadas con carbón (Carboneras, Los Barrios y Espiel), la desaparición de las térmicas de fuel (Huelva y Algeciras) y un incremento claro para las nuevas centrales de ciclo combinado de gas natural (12 nuevos grupos de generación previstos en Andalucía).

Las centrales de ciclo combinado emiten menos gases contaminantes que las de carbón, pero el saldo para Andalucía, aún con el límite de las cuotas asignadas por el Gobierno, es que las emisiones se incrementarán en más de 4 millones de toneladas respecto a los niveles actuales en esas industrias. La concentración de las centrales de ciclo combinado en el litoral andaluz para acercarse al gas norteafricano es la explicación. "En el sector eléctrico hay libertad de mercado", recuerda Caro, quien añade que la Junta ha colaborado con muchas de esas instalaciones para financiar adaptaciones a la nueva autorización ambiental integrada, que incluye mecanismos de control de las emisiones.

La responsable de Medio Ambiente señala que el elevado ritmo de aumento de las emisiones se explica por el bajo nivel de partida con relación a otras comunidades y al mayor crecimiento económico en la última década. Caro sostiene que la política autonómica puede tener efecto en otras fuentes de emisión de contaminantes (transporte, vivienda, agricultura) a las que no se ha asignado cuotas. Y es partidaria de que en este "sector difuso" el Gobierno sí haga un reparto entre comunidades.

"Ahí se pueden hacer muchas cosas, pero tenemos un retraso muy grande", indica María Fernanda Pita, climatóloga de la Universidad de Sevilla. Pita cree indispensables las "construcciones bioclimáticas, los aislamientos térmicos y desde luego el uso de placas solares en todas las viviendas" para reducir un consumo energético que no para de batir récords. Pero la climatóloga cree que el hueso más duro de roer es el transporte, responsable ya de las mismas emisiones contaminantes que la industria eléctrica. "Hay que fomentar el transporte colectivo para acabar con esta orgía del automóvil privado en todas partes". En Andalucía, el transporte ha doblado su volumen de emisiones contaminantes desde 1990. "En ciudades como Sevilla no hace falta usar indicadores, sólo salir a la calle", concluye.

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