Firme hasta el final
Vinaròs despide al científico y escritor Alfred Giner Sorolla en un sencillo acto que diseñó antes de morir
Todo previsto. Desde hacía meses, Alfred Giner Sorolla había "mandado" transcribir a su amiga Nati Romeu los diez puntos que se habían de cumplir una vez muerto. Diez "órdenes" con sus últimas voluntades y detalles tan concretos y, por otra parte, tan racionales, como que a la hora de su incineración se tuviera en cuenta la prótesis de titanio que portaba en la cadera. O que su paso por el tanatorio fuera en el más alejado de la plaza de toros. El científico y escritor, hijo predilecto de su Vinaròs natal murió el pasado lunes, a los 85 años de edad. "Murió naturalmente", tal y como dejó dicho. Cientos de personas pasaron ayer por la capilla ardiente instalada en el salón de plenos del ayuntamiento de la ciudad. Pese a los dos pisos, sin ascensor, que separaban la calle del habitáculo, el goteo de gente que quiso rendir su último homenaje al erudito fue constante. De todas las edades. Jóvenes y contemporáneos del fallecido.
En el salón, un discreto ataúd y, de fondo, música de Mozart, compositor del que disfrutaba. Sobre la caja, la medalla de su doctorado honoris causa por la Universidad Jaume I de Castellón y tres piedras. Piedras de las que, por decenas, recogía y guardaba en sus bolsillos durante sus paseos por la playa del Fortí, a la búsqueda de fósiles. A sus pies, varias coronas de flores, algunas de ellas en forma de senyera. Ni un signo más, tal como dejó "dispuesto".
La corporación decidió realizar un breve acto institucional durante el que se resaltó su destacada actividad científica, centrada en la lucha contra el cáncer y desarrollada desde diversas universidades y centros de investigación de Estados Unidos. También se destacó su vertiente literaria como ensayista y poeta. El alcalde, Javier Balada, se refirió al Giner Sorolla más "vecino" y "promotor incansable de su ciudad".
Las universidades de Castellón, Valencia, la Catalana d'Estiu, l'Institut d'Estudis Catalans, Acció Cultural, la Fundació Ausiàs March, la delegación de la Generalitat de Cataluña y colectivos vinarocenses fueron algunos de los organismos que trasladaron su pésame.
Desde su traslado definitivo a Vinaròs, él eludía aceptar "su jubilación". Giner Sorolla no paró de escribir. Textos en los que, pese a su marcado agnosticismo, plasmaba sus dudas sobre el más allá. En ningún momento perdió el contacto con el mundo cultural y científico, sobre todo, de Cataluña. Y, tal como recordaba ayer el compositor y músico Carles Santos, procuraba rodearse de gente, siempre, más joven que él. Tanto Santos como su "confidente", Nati Romeu, rememoraron ayer sus "dotes" de mando ante la costumbre de no ver sus argumentos discutidos por nadie. Sin embargo, ellos dos eran algunos de los que sí lo hacían. Santos, por su relación, más allá del ámbito familiar y de paisanaje, que labró con el científico en Nueva York. Romeu, desde la escenificación de una de sus obras, hace más de 25 años.
Hombre de fuertes y firmes convicciones, trabajó, de forma incasable hasta el último momento, cuando su cuerpo ya no respondía pero su mente se mantenía clara. Tozudo, como su hermana pequeña Lolín, con quien vivía y que pese a la fragilidad de sus piernas, ayer se empeñó en subir y bajar las empinadas escaleras del ayuntamiento por sí sola, Alfred Giner Sorolla fue amigo de Salvador Dalí y de Joan Fuster.
La sierra de Montsià y el Mediterráneo recibirán sus cenizas. Tal como dejó "mandado".
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