¿Qué fue de 'Air Canadá'?
Carter, sin cumplir todas sus expectativas, busca en Nueva Jersey otros horizontes
Hubo un tiempo en el que al baloncestista estadounidense Vince Carter (Daytona Beach, Florida; 1977) se le consideró un digno heredero del mismísimo Michael Jordan. Su camiseta estaba entre las más vendidas y los patrocinadores se veían hipnotizados por su rostro, que expresaba unas muecas que recordaban a las del también genial Magic Johnson. En cualquier gimnasio, los niños intentaban imitar los tres espectaculares mates suyos que enmarcaron el partido de las estrellas de 2000 y las celebridades hacían cola para poder sacarse una fotografía junto a él.
Ahora, desde el viernes pesado, Carter o Air Canadá, como le conocían en su vieja casa de Toronto, es Continental Airlines, la compañía aérea que da nombre a la cancha de su nuevo club, los Nets de Nueva Jersey. A cambio de Carter, los Raptors de Toronto han recibido a Alonzo Mourning, a Aaron y Eric Williams y a dos futuras selecciones en la primera ronda del draft.
La mejor noticia para él, en su cuesta abajo, es reunirse ahora con Kidd y Jefferson en los Nets
¿Cuándo comenzó su declive? Quizá en el propio concurso de mates que le hizo superestrella
Sin embargo, una noticia que debería haber sido portada de todos los periódicos hace tres años ha pasado de puntillas por las secciones de deportes.
Cuándo comenzó exactamente el declive de Carter? Existen varias hipótesis. Pudo ser en aquel concurso de mates, que elevó su fama al nivel de superestrella, o al extenderse su falta de agresividad y su vagancia al entrenarse o defender, tan criticada por sus propios compañeros y sus entrenadores.
Tal vez todo comenzó en aquel fatídico séptimo partido de la final de conferencia ante los Seventy-Sixers de Filadelfia en 2001, en el que Carter se jugó el último tiro, que, de haber entrado, pero no lo hizo, habría valido para llegar a la absoluta. Otra teoría fue el viaje que aquella misma mañana realizó a Chapel Hill para recoger su diploma en la universidad de Carolina del Norte, graduarse y cumplir la promesa que le hizo a su madre poco antes de encarar sus estudios. Puede también que su caída comenzara durante la siguiente empezara cuando decidió cambiar su estilo de juego y convertirse en un tirador de larga distancia que dejaba los mates para las ocasiones especiales. O, simplemente, quizá fueron las lesiones las que mermaron a un jugador espectacular, pero que nunca cumplió las expectativas creadas.
Durante su etapa universitaria, Carter defendió los colores de Carolina del Norte, una gran tradición, pero fue eclipsado por Antwaan Jamison. Aun así, sus discretos 12 puntos y cuatro rebotes de media durante tres años le llevaron a ser elegido en la cuarta posición del draft por Golden State Warriors, que le traspasaron al Toronto a cambio del mismo Jamison.
Carter nunca pudo ignorar las críticas de la prensa, los rumores que giraban alrededor de él en los vestuarios y las comparaciones que se le realizaban con Kobe Bryant. Cuando Jordan declaró en una entrevista que prefería al alero de los Lakers antes que a él o cuando su ex compañero y primo Traci McGrady le abandonó para poder así alejarse de su sombra, Carter sufrió las mayores afrentas posibles.
A menudo demostró estar lo suficientemente motivado para crear momentos interesantes en la cancha, pero no de la manera consistente que se necesita para llevar a un equipo a la final de la NBA. Solo en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000 se pudo ver salir chispas de la cabeza de Carter. Durante tres semanas, en Australia, fue otra persona, otro jugador, mas agresivo, intimidatorio, en muchos momentos macarra, provocando a rivales que entendían enfrentarse al dream team más como una oportunidad para pedir autógrafos que como un partido olímpico. Su salto sobre el francés Frederic Weis, de 2,18 metros, será recordado como uno de los mates más impactantes, pero, como él mismo ha matizado, los mates son solo eso: momentos espectaculares que valen dos puntos.
Sus compañeros pensaron que Carter trasladaría esa agresividad a la NBA, en la que se tomaba todo con una calma inaudita. Pero eso nunca llegó a ocurrir.
Cuando su carrera sólo podía seguir cuesta abajo, su deseado traspaso es la mejor noticia para Carter y para el excelente base Jason Kidd y el notable Richard Jefferson, un trío que, de complementarse, convertiría a los Nets en aspirantes a todo en la débil conferencia Este.
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