Cuatro toros devueltos
Qué poca seriedad del ganadero Julio Delgado al haber enviado un encierro sin trapío para la despedida de este coso de Miguel Espinosa Armillita y la presentación de Enrique Ponce. También qué falta de criterio del juez de plaza Ricardo Balderas de aprobar el encierro y sus reservas y después devolver tres ejemplares de Julio Delgado y uno de De Santiago. Además, el encierro tampoco debió ser aceptado por los espadas.
Al inválido que abrió plaza, Armillita lo lanceó limpiamente bajando las manos. En su trasteo no pudo ligar los pases que trazó a media altura, pues el oponente no se sostenía en pie. Pese al calamocheo del cuarto, el de la despedida, de nombre Tunero, Armillita le hizo una faena compuesta por series de suaves derechazos y señoriales naturales rematados con plásticos trincherazos mientras la banda tocaba Las golondrinas. La afición lo ovacionó y en la vuelta al ruedo le gritaban "torero, torero".
Delgado / Armillita, Zotoluco, Ponce
Toros de Julio Delgado, devueltos cuatro por falta de trapío: chicos, flojos, descastados y pitados en el arrastre salvo el 2º bis. El 2º y 3º sobreros de De Santiago: justos. 4º sobrero de Vistahermosa: hecho. Armillita, despedida: abucheos y oreja. Zotoluco: dos orejas; dos avisos y al tercio. Enrique Ponce: salida protestada y palmas. Monumental Plaza México, 12 de diciembre, 6ª corrida, tres cuartos de entrada.
El cornigacho segundo se lo devolvieron por impresentable a Eulalio López, Zotoluco. Con el segundo bis, que era una hermana de la caridad por su nobleza, Zotoluco cuajó una poderosa faena, lástima que en la ejecución de sus naturales abusó del pico y descargaba la suerte. En cambio, por el derecho sí toreó con la muleta cuadrada. Pese a que su estocada fue caída, la generosidad del juez le concedió el segundo trofeo. Al manso quinto le dio un valiente trasteo de garra pero por fallar con el acero perdió el apéndice.
Como Enrique Ponce pidió que en su presentación se corriera un encierro de Julio Delgado, en el pecado cargó con la penitencia pues no sólo le devolvieron su lote sino también el sexto bis por chicos. Con el soso tercero bis no se acopló con el percal. En cambio, con la pañosa se esforzó por enhebrar sus pases pero no tuvo éxito; eso sí, a la hora de la verdad enseñó el pecho e hizo la cruz. Se la jugó con el áspero sustituto del sexto bis hasta que logró meterlo al engaño y trastearlo con mucha quietud. En sus series de naturales hubo mucho riesgo pero el valenciano quería a toda costa agradar a la afición, que lo considera su ídolo.
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