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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Mutilación

A los barceloneses nos han cepillado la pieza con que Miralles había desbordado el mercado de Santa Caterina para articularlo con Laietana por un lado y con las nuevas intervenciones urbanísticas, a través de la prolongación de Cambó.

En su lugar van a poner una escultura que a juicio de la "Comisión de Calidad" encabezada por Acebillo cumple la función de... ¿La función de qué?

Nos hemos tragado el argumento de la "sostenibilidad", que se ha utilizado para la pérgola de silicio del Fórum, un objeto absolutamente obsceno teniendo en cuenta su impacto visual en primera línea de mar.

Sin embargo, me parece acertado el gran esfuerzo concentrado en eliminar las torres de alta tensión, por su contaminación visual: con el mismo criterio terminaremos eliminando en el futuro este objeto, símbolo inequívoco del fracaso y del despilfarro insostenible, junto con Diagonal Mar.

Los arquitectos vivimos una gran abulia, unos por inercia y otros, comprometidos con el poder, modulan su discurso con un interés mezquino, que luego disfrazan de colectivo.

A diferencia de lo que ha manifestado Oriol Bohigas, yo sí creo en el arquitecto artista. Al menos creo que Enric Miralles lo era, como lo era Jujol, Melnikov o el espíritu renacentista.

El riesgo de ser reduccionista es caer en explicaciones simples, buenas para la mercadotecnia de la politiquería pero nefastas para el arte.

El arte es la última esperanza que tenemos, porque es el reducto donde no hace falta dar explicaciones para sugerir la potencia o la belleza de una pieza, algo quizá difícil de entender desde la prepotencia del poder. Lo interesante de la arquitectura radica en esa frontera entre el arte y el servicio social. Enfatizar una sobre la otra es especulación y demagogia.

La pieza de transición que desborda el mercado para unirlo con el entorno rompe con este urbanismo retro que siempre ha latido temeroso desde el poder. No se entiende Santa Caterina sin este objeto, su subversión lincha la ortodoxia, la ortodoxia que provoca la abulia y ahora la mutilación.

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