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Vidal pide competencias judiciales plenas para la Generalitat

El ex presidente del Tribunal Superior pide al Gobierno central que evite "interferencias"

Guillem Vidal, que fue presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) durante los últimos 10 años, reclamó ayer que la Generalitat tenga "plenas competencias" en personal y medios materiales en la Administración de justicia y que el Gobierno del Estado evite "interferencias" en los aspectos que ahora le conciernen. Del mismo modo, Vidal pidió que el gobierno de los jueces y magistrados radique en el TSJC y que éste sea la última instancia judicial en Cataluña. En cuanto a la política judicial, Vidal reclamó que la asuma el Consejo de la Justicia, creado por la Administración autonómica.

Estas reclamaciones autonomistas sobre el poder judicial fueron planteadas por Guillem Vidal tras recibir el Premio Justicia, la más alta distinción que otorga la Generalitat en el ámbito jurídico, que también fue concedida ayer a Anton Cañellas, ex síndic de greuges. El acto se celebró en el Palau de la Generalitat y lo presidió Pasqual Maragall en presencia de varios consejeros, parlamentarios y magistrados de varios tribunales de justicia del ámbito territorial catalán y español, así como de la fiscalía.

Durante la década en que Vidal presidió el TSJC ya planteó ese modelo de entender la justicia, pero nunca con la contundencia con que lo hizo ayer en un acto que calificó de "muy especial". No en vano era la primera edición del Día de la Justicia en el nuevo formato pensado por el tripartito, celebración que incluyó una conferencia a cargo del catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid José Juan Toharia. Y fue el primer acto en la Generalitat sin ser presidente del TSJC.

En presencia de su sucesora, Maria Eugènia Alegret, y pese a no ocupar ya ese cargo, Vidal afirmó que, sea cual sea su destino, seguirá "defendiendo" que el presidente del TSJC es "el legítimo representante del poder judicial en la comunidad autónoma y ha de ser reconocido institucional y protocolariamente como tal". También destacó que el TSJC ha de ser la "la última instancia procesal en los litigios que se producen en Cataluña" y que ha de ser así "en toda la intensidad que la Constitución prevé y el Estatut le ha de dar".

Consejo de la Justicia

En otro momento Vidal pidió que el Gobierno central evite "interferencias horizontales" en la gestión del personal judicial y de de los medios materiales -por ejemplo, los edificios o los ordenadores-, que, en su opinión, deberían ser "plena competencia" de la Generalitat. Refiriéndose a las competencias que actualmente tiene el Consejo General del Poder Judicial, Vidal abogó por que sean traspasadas a la sala de gobierno del TSJC en lo que se refiere a gestión cotidiana de las cuestiones que afectan a los jueces y al Consejo de la Justicia por lo que respecta al diseño de la política judicial. Este organismo fue creado hace dos años por el Gobierno de CiU y en él están representados todos los prefesionales relacionados de alguna manera con la justicia.

Tras esa relación de reivindicaciones, Vidal hizo autocrítica y afirmó que el Tribunal Superior ha de conseguir que la justicia sea "moderna, eficaz, amable, rápida y próspera, como única forma de conseguir que el ciudadano llegue a confiar en los tribunales". Y en un día como el de ayer, aniversario del fusilamiento de Lluís Companys, Vidal también señaló que "sería bueno que el poder judicial empleara sus efectivos para revisar todos los procesos de la época franquista".

Las reivindicaciones de Vidal fueron asumidas por el presidente del Gobierno catalán, Pasqual Maragall, cuando dijo que el proceso iniciado para la redacción de un nuevo Estatut ha de beneficiar a la Administración de justicia porque la Generalitat debe recuperar su potencial y sus competencias en esta materia para poder prestar un mejor servicio al ciudadano. Se trata, vino a decir Maragall, de que el federalismo que propone llegue también a la justicia y, después de lograr las competencias pendientes, vaya "más allá".

Maragall también afirmó que "el camino no será fácil" y que habrá que "romper dinámicas", en referencia a ciertas inercias casi atávicas que definen el modo de actuar de buena parte de los jueces y de otros profesionales, así como de sus representantes. "No tiene sentido tener más competencias si la justicia no está más reconocida socialmente", dijo Maragall, en la misma línea que Guillem Vidal.

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