En memoria de Tomás García, 'Juan Gómez', dirigente del PCE
Mientras yo recomponía mi salud en un balneario del Ampurdán, fallecía en Alaucín (Málaga) mi camarada desde los años juveniles, en la JSU y prácticamente de casi toda la vida en el Partido Comunista, Tomás García. Me lo comunicaron su mujer, Teresa Azcárate, y su sobrina Carmen. Al regresar del tratamiento, y aunque EL PAÍS ha publicado unas notas sobre su figura, siento como un deber completarlas, animado por una vida de lucha política común entre Tomás y yo mismo.
Tomás había nacido en Álora el año 1911. Hizo la carrera de Derecho y fue uno de los abogados del Estado más jóvenes en este país, pues a los 23 años ganó unas oposiciones a este cargo. Llevado de sus sentimientos de rebeldía contra las tremendas injusticias sociales de aquel tiempo, Tomás ingresó muy pronto en la Juventud Comunista, integrándose más tarde en la JSU, cuando se realizó la unificación de los jóvenes comunistas y socialistas a principios de 1936.
Fue uno de los dirigentes de esta organización en la que se ocupó de la formación de cuadros, interviniendo activamente en la creación de las milicias de la cultura. Todos los militantes que pasaron por las escuelas que él dirigió, muchachas y muchachos, adoraban a Tomás por sus cualidades pedagógicas y la atención que sabía dedicar a cada uno de ellos.
El final de la Guerra Civil cogió a Tomás García en Cataluña, participando con el Ejército republicano en la defensa de esa tierra y retirándose palmo a palmo con las tropas hasta la frontera de Francia, donde conoció los campos de concentración. En la retirada sufrió heridas, afortunadamente leves, en uno de los duros bombardeos de que fue objeto la población de Figueras.
Durante su largo exilio, Tomás trabajó primero en el campo, en Santo Domingo, como obrero agrícola. Luego pasó a México, donde dirigió una interesante revista, La Lucha de la Juventud, que trataba de movilizar a la juventud de Latinoamérica durante la Segunda Guerra Mundial contra los movimientos de los círculos fascistas.
De regreso a Europa, al alcanzarse la paz, pasó a trabajar en la dirección del partido en Francia alcanzando una notable especialización en los problemas de política económica. Junto con un grupo de economistas residentes en España, presidió la elaboración de un libro valioso sobre los problemas de la economía española bajo el franquismo, que aun editado en el país galo consiguió una importante difusión clandestina en España.
En el V Congreso del partido, Tomás García fue elegido miembro del Comité Central y en el VI miembro del Comité Ejecutivo, en el que continuó como responsable de la política económica. Bajo el seudónimo de Juan Gómez, Tomás publicó importantes trabajos, particularmente sobre la cuestión agraria, que tuvieron gran eco.
Cuando el partido dio la consigna de "salir a la superficie", Tomás, que había desarrollado toda su actividad política en el exilio bajo el seudónimo citado, intentó regresar legalmente al país calculando que con su verdadero nombre podría desenvolverse con menos dificultades. En 1970 volvió a Madrid y comenzó a trabajar en los círculos intelectuales y principalmente de economistas. Al cabo de unos meses la policía tuvo sospechas, le detuvo e inició una investigación encaminada a demostrar la identidad entre Juan Gómez y Tomás García. Muchos militantes e intelectuales que habían colaborado con él fueron presionados para que declararan dicha identidad, pero todos la negaron y al cabo de unos meses el juez que instruía su causa tuvo que concederle la libertad provisional. Tomás, "quemado" ya para el trabajo clandestino, volvió a pasar la frontera y a refugiarse en Francia.
Pero al morir Franco se hallaba ya de nuevo en España. Durante la transición ocupó la Consejería de Industria en el Gobierno preautonómico de Andalucía. Fue diputado por Málaga en las constituyentes y en una legislatura más.
Tomás García fue respetado y estimado no sólo por sus correligionarios, sino por cuantos le conocieron. Toda la vida de Tomás García ha sido la de un intelectual entregado totalmente a la causa de la emancipación de los oprimidos y de la libertad de España.
Al morir tenía ya 93 años. Todos sus amigos y camaradas lloramos su desaparición y acompañamos de todo corazón en el dolor a su esposa, Teresa Azcárate, que también desempeñó un activo papel en la lucha contra el franquismo, y a sus hijos Ana, Teresa y Tomás.
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