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Reportaje:Atenas 2004 | YUDO

La maldición del bronce

Isabel Fernández, tercer yudoca español que pierde la medalla en el último combate

La maldición del yudo español continúa e Isabel Fernández perdió la tercera medalla de bronce consecutiva, que para su nivel ya era una pequeña consolación. Cayó en el primer combate frente a la alemana Boesnich, subcampeona mundial en Osaka 2003, a la postre su sucesora olímpica, y ahí empezó a irse todo abajo. Se unió, además, a la derrota de Kyoshi Uematsu, un mazazo aún más en frío porque su única pelea fue la que abrió la jornada a primera hora.

A los dos recientes campeones de Europa en los 57 y 73 kilos se les cerró bruscamente el camino del oro. A Isabel ya se le escapaba revalidar su título de Sidney y, a diferencia de Kiyoshi, al menos pudo entrar en la repesca en busca de su tercera medalla en unos Juegos, otra de bronce, como la primera de Atlanta 96. Al final, sin embargo, se tuvo que conformar, como Kenji Uematsu y Óscar Peñas los dos primeros días, con otro quinto puesto, el diploma olímpico.

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El mejor escribano puede echar un borrón y a Isabel se le cayó la tinta a falta de 44 segundos para terminar el primer combate. Lo iba ganando bien, con su estilo astuto, seguro, a base de dos pequeñas ventajas sobre la potente Boesnich. Con su marido y entrenador, según su costumbre, había estudiado cómo llevar los movimientos y no caer en las contras de la alemana. Isabel evitó dos, pero no la tercera y bastante hizo con evitar el ippon en la caída. El error resultó más grave, porque el wazari, a falta de tan poco tiempo, la colocó en situación casi desesperada. Debía arriesgar, pero con el peligro de recibir la puntilla. Y, aunque forzó otra amonestación de Boesnich, no pudo evitar que le marcara un yuko definitivo.

Ahí se terminó una etapa e Isabel, grande hasta el final, comenzó otra carrera, aunque más modesta. Boesnich ganó sus combates y le abrió las puertas de la repesca. La comenzó ventilándose a la puertorriqueña García por inmovilización; después ganó a la japonesa Kusakabe, que se fue llorando, y, más tarde, se impuso en la final a la italiana Cavazzuti por un yuko en una precisa técnica de cadera.

Se presentó así ante la posibilidad del bronce con la rival que menos le gusta, la cubana Lupetey, correosa como una luchadora georgiana. Isabel cometió dos errores, que le costaron dos kokas, y la maldición se completó el mismo día en que la esperanza Kiyoshi también se esfumó como por encanto. El hermano menor de los Uematsu, el más competidor, peleó bloqueado, sin ángel. Suele pasarle en los primeros combates de los torneos, pero ayer tenía un rival muy peligroso y lo pagó. El brasileño Guilheiro, de la magnífica escuela de su país, con mucha emigración japonesa, inició con el español su carrera hacia un merecido bronce. Kiyoshi acabó con el brazo izquierdo sin sentirlo de tanto forzar sin éxito en los agarres. Guilheiro mandó en la pelea y acabó decidiéndola al 1m 38s de la muerte súbita con un yuko. Kiyoshi vivió sólo 6m 38s olímpicos en los tatamis de Ano Liossia. Su desconsuelo ateniense, aún mayor que el de Sidney, estaba justificado.

El español Kiyoshi Uetmasu, a la izquierda, perdió su combate con el brasileño Leandro Guilheiro.
El español Kiyoshi Uetmasu, a la izquierda, perdió su combate con el brasileño Leandro Guilheiro.EFE
La española Isabel Fernández, en lucha con la japonesa Kie Kusakabe.
La española Isabel Fernández, en lucha con la japonesa Kie Kusakabe.EFE

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