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Reportaje:Atenas 2004 | YUDO

Los gigantes más pequeños

Los japoneses Tamura, de 48 kilos, y Tani, de 60, campeones de las categorías de menos peso, son los más laureados de la historia

Ella pesa menos de 48 kilos y él menos de 60. Son los grandes dominadores de las categorías más ligeras del yudo: los gigantes más pequeños, pero los más grandes en la historia. Los japoneses Ryoko Tani y Tadahiro Tamura empezaron el sábado a demostrar que su país, la cuna de este deporte, resiste perfectamente los asaltos del resto del mundo a su poderío. Tani sumó su segundo título olímpico a sus seis entorchados mundiales, con lo que aumentó su leyenda como la más laureada, y Tamura se convirtió en el primer yudoca de la historia olímpica que gana en tres ediciones consecutivas.

La pequeña bomba Tani (Fukuoka, 1975) compitió por primera vez con el apellido de su marido, un famoso jugador de béisbol con el que se casó hace unos meses en una boda considerada acontecimiento nacional. Por algo es una auténtica heroína. Tamura, como era conocida de soltera, ha tocado aún más el cielo de su gloria. Con sólo 1,46 metros de estatura, su técnica y rapidez resultan imparables. El matrimonio, según dice, le ha dado aún más aplomo, pero para convertirse en una verdadera máquina de hacer yudo no lo necesitaba. Yawara-chan o Ryo-chan, como también la conocen en su país en un paralelismo con una famosa figura de los dibujos animados, empezó a los ocho años en el yudo porque tenía envidia de su hermano, que lo hacía. Sus padres se opusieron al principio porque, aun tratándose del deporte nacional, en los años 80 la incorporación de la mujer no estaba bien vista. Pero Ryoko había visto a alguna pionera derribar a hombres y quedó fascinada. "Yo quiero hacerlo también", se prometió. Y su camino fue imparable.

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Logró su primer gran podio, la medalla de bronce, en los Mundiales de Barcelona 91 y al año siguiente, en los Juegos Olímpicos, la plata. Sólo perdió la final, en Atlanta, cuatro años más tarde, ante una norcoreana que la sorprendió porque ya había empezado a ser imbatible. Campeona del mundo en Hamilton, Canadá, 1993; Makuhari, Japón, 1995; París, 1997; Birmingham, 1999; Múnich, 2001, y Osaka, 2003. En medio, primer oro olímpico, al fin, en Sidney 2000. Tani, que se entrena tres horas diarias habitualmente, ha tenido el gran mérito de recuperarse de una grave lesión de rodilla en julio de 2001, cuando un compañero del equipo nacional le cayó encima tras desequilibrarse en el tatami de al lado. La desgarró los ligamentos y se temió por su carrera. Pero regresó, ganó el título mundial el año pasado y ahora el olímpico incluso con mayor autoridad. También tenía problemas ahora en otra pierna, pero no le ha afectado. Como una avispa, alternó nuevamente su enorme variedad de recursos técnicos: proyecciones rapidísimas, inmovilizaciones como a la local Karagianopolu, que hizo enmudecer al pabellón, o ventajas pequeñas, pero bien conservadas ante la rival más potente, la francesa Frederique Jossinet, que la puso en más apuros en Osaka.

Graduada en Ciencias del Entrenamiento de Deporte, trabaja también en Toyota. Aunque cumplirá ya 29 años en septiembre, dado su dominio, los podios de Pekín 2008 y los próximos Mundiales aún la esperan.

Más difícil será para Nomura (Nara, 1974), que en diciembre tendrá ya 30 años. En hombres el nivel es mucho mayor y bastante gloria se lleva ya con su tercer oro consecutivo desde el de Atlanta 96. Hace el número 21º de los deportistas en todas las modalidades olímpicas que han ganado tres títulos o más. Tadahiro suma también dos Mundiales, los de París y Osaka. Profesor de Educación Física, empezó a los siete años en el yudo, de la mano de su abuelo, y su futuro parece encaminado a ser entrenador del deporte que le ha convertido en una de las máximas estrellas de la historia olímpica, como ya lo era en su país y en el mundo del yudo. Con 1,64 metros, muy sólido para su peso, superó con su técnica la lucha libre que se le acabó atragantando al español Kenji Uematsu. Venció en la final, por ejemplo, aprovechando uno de los ataques del georgiano Khergani, el primer verdugo de Kenji.

Ryoko Tani (arriba) y Tadahiro Tamura, dominadores.
Ryoko Tani (arriba) y Tadahiro Tamura, dominadores.GARCÍA CORDERO / REUTERS

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