Gran gesto del francés Castella

En el quinto toro de la corrida se fraguó el gesto fulminante de la tarde. El diestro francés Sebastián Castella se fue al centro del anillo y citó al toro de lejos. En ese momento recibió un impacto tremendo. El toro lo lanzó por el aire soltándole un derrote muy fuerte. Todas las cuadrillas saltaron a hacer el quite al toro. De pronto, el francés no dejó que nadie le ayudara. Ni siquiera admitió unas palabras de aliento. Se fue al toro y, sereno y firme como una pared de acero, lo toreó por derechazos. Siguió con dos tandas más. Otra vez se le veía sereno, hierático, todo un hombre. El gesto imantó en el público. Los prismáticos pasaban de mano en mano..., y los ojos empezaron a ver manar la sangre por el muslo del torero. Como si nada pasara, tomó la muleta con la mano izquierda e instrumentó pases con mando y uno de pecho magnífico. Volvió a torear con la derecha y tejió tres circulares. Concluyó con un natural y su correspondiente de pecho muy ajustados. Hecho todo con especial sentimiento. Una vez muerto el toro, pasó a la enfermería. El diagnóstico dio lo siguiente: "Herida en extremidad inferior derecha. Presenta orificio de entrada en cara posterior interna y orificio de salida en cara postero-lateral externa, trayectoria estimada de 25 centímetros. Pronóstico: grave". Todo un gesto torero, que eclipsó las actuaciones de El Fandi y César Jiménez, que no pasaron de discretas. Un gran maestro del toreo, como Domingo Ortega, dejó dicho: "A quien no sabe sufrir, algo le falta para vencer". Y a fe que a Castella le falta poco para vencer. Su gesto lo dijo todo.