La lucha por la dignidad
Noelia González se dedica desde hace un año a integrar en la sociedad a mujeres que ejercen la prostitución
Noelia González, de 29 años, trata de ofrecer como voluntaria una esperanza al colectivo de mujeres que ejercen la prostitución en Sevilla. Un mundo movido por un oscuro engranaje de intereses en el que las trabajadoras son las menos favorecidas, las más desamparadas. Empleadas en la marginalidad, son plenamente vulnerables a los abusos de proxenetas y clientes.
"Ellas suelen trabajar de cinco de la tarde a cinco de la mañana", dice Noelia. Doce horas diarias inmersas en una realidad que, además de los riesgos físicos y psíquicos que conlleva, está completamente estigmatizada. "El dedo acusatorio de la sociedad está siempre ahí, señalando a la prostituta, acusándola. Contra eso luchamos".
Noelia González es graduado social. En 2003 entró a trabajar en la, entonces recién fundada, Asociación de Mujeres que Ejercen la Prostitución (AMEP), federada en Mujeres Progresistas de Andalucía (MPA). "Nuestro proyecto nació para salvar las grandes lagunas dejadas en el tratamiento dado por las instituciones", continúa González. "Lo que pretendemos es que este colectivo marginal pueda integrarse en la sociedad como ciudadanos de pleno derecho, con dignidad y respeto".
El trabajo de Noelia es dar información acerca de las diferentes áreas de trabajo de la MPA en el mundo de la prostitución y de coordinarlas entre sí. "De entrada les damos la asistencia más básica e inmediata: sanitaria, jurídica y de terapia psicosocial. Y si las mujeres lo quieren tenemos una bolsa de empleos regularizados". Este último eslabón, el del empleo digno, genera en estas mujeres un sentimiento de estima que en muchos casos es diariamente machacado.
Una vez por semana, Noelia se desplaza en autobús desde su pueblo, Hinojos (Huelva), hasta la sede de MPA en Sevilla. "Trabajé aquí seis meses, hasta que se terminó el contrato". Un trabajo que la enganchó porque Noelia decidió continuar como voluntaria. "La gratificación es inmensa. Cuando las mujeres saben que no cobras, que lo haces por gusto, te miran de otra manera. Se vuelven más abiertas y sinceras".
Y es que la actitud con la que muchas se acercan a esta ONG por primera vez es diversa, y no siempre fácil. "Es fundamental el papel que en este sentido juega la mediadora. Esta figura se creó como puente entre la trabajadora del sexo y nosotros", señala la joven. Cuando acuden a la MPA, lo hacen en tales condiciones, especialmente las inmigrantes, que les resulta casi imposible comprender el sentido de nuestra ayuda. "Por eso necesitamos a alguien que interceda. Las mediadoras son mujeres que ejercen o han ejercido la prostitución y saben cómo ha de actuarse al principio", sigue Noelia. Son ellas las que se acercan a los clubes y zonas de alterne e informan de las posibles salidas que se les ofrecen fuera. "Este boca a oreja es lo que mejor funciona, sin duda".
Noelia afirma que seguirá con su trabajo. Para ella hay tiempo suficiente para hacer de todo. "No influye en mi vida privada porque lo que reporta es muy grande. Hay quien dedica su ocio a correr, a pasear o a viajar". Ella ayuda a mujeres.
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