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SAN ISIDRO

Agua, música y rezos para festejar San Isidro

El buen tiempo y las ganas de los madrileños de olvidar los trágicos atentados del 11-M fueron sólo la excusa para acercarse ayer hasta la pradera de San Isidro. Ancianos, jóvenes y muchos pequeños, además de numerosas familias de inmigrantes, se sumaron a las celebraciones por el patrón de la ciudad. Políticos como los socialistas Rafael Simancas y Trinidad Jiménez, y la portavoz de IU en el consistorio, Inés Sabanés, disfrutaron de la fiesta. Este año sí se notó la ausencia del alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, que no se acercó por la pradera.

Desde primeras horas de la mañana, largas hileras de personas aguardaban a las puertas de la ermita dedicada a san Isidro, y a su esposa, santa María de la Cabeza, construida en 1725. Unos esperaban beber del agua de su fuente. Otros, más devotos, besar un relicario. Todos, sin embargo, tenían en común el deseo de olvidar la matanza y disfrutar, porque "San Isidro es sólo una vez al año", como decía Manuel.Mucha gente y buen humor había ayer en la pradera de San Isidro. Desde pequeños en cochecitos vestidos de chulapos y grupos de jóvenes comiendo la típica tortilla de patatas en el suelo, hasta familias enteras, con representantes de tres generaciones cogiendo agua de la fuente del Santo. "Le he pedido al santo que nazca bien mi bebé", decía Miriam, 31 años, embarazada de cuatro meses, que acababa de beber agua milagrosa. "La gente sigue viviendo como antes, hace 40 años", apuntaba su tío, Luis Chiloeches, de 75 años.

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Jacinto José Cruz, estudiante de Ingeniería Informática, de 19 años, se acercó hasta la fuente, "de la que brota más agua que antiguamente", decía una anciana, por otro motivo: su abuela está enferma. "He recogido tres botellas de agua para llevársela. El año pasado ya no pudo venir, como hacíamos siempre, y yo lo hago por ella", explica. Otras personas, como Rosa Basilio, peruana de 56 años, visitaban la ermita por segundo año:"Le he agarrado devoción al santo, al que le pido salud para mí y los míos".

El capellán de la ermita -la única en la que se celebran misas semanales por el rito mozárabe-, el padre Manuel González, destacó la devoción de los madrileños por San Isidro, un labrador del siglo XII que, según cuentan, de un golpe con la aguijada hizo brotar agua de un lugar seco. En su honor, según el capellán, se hace la "mayor concentración religiosa de Madrid", una romería, que en el siglo XIX llegó a la cima de concurrencia. Hasta allí acudían miembros de la familia real.

Ayer sí que pasaron por la pradera representantes políticos, que se divirtieron de lo lindo con los sones de los organillos. Rafael Simancas y Trinidad Jiménez, después de pasear entre casetas, tómbolas, puestos de rosquillas, de encurtidos y churrerías, se atrevieron a bailar un chotis. Pero también tuvieron tiempo para criticar la ausencia del alcalde, al que la portavoz de IU, Inés Sabanés, que también se paseó por la pradera, tachó de "divino", y dijo que por eso rechaza "la cercanía con los madrileños".

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"Madrid es flolklore, castizo, chulapo, y a la vez, es también la expresión de las culturas más vanguardistas", afirmó Simancas, que criticó la ausencia del alcalde y de la presidenta regional, Esperanza Aguirre. "No comprendo la resistencia de los representantes institucionales a mezclarse con la ciudadanía, a compartir este día con el pueblo, con rosquitas, gallinejas, rosquillas y entresijos", comentó el edil en la verbena.

Ruiz-Gallardón sí que estuvo ayer en otros actos programados con motivo de la festividad. Por la mañana se desplazó al albergue de San Isidro, en compañía del vicealcalde, Manuel Cobo, y de la concejala de Asuntos Sociales, Ana Botella. Allí anunció la construcción de un nuevo centro de acogida para la capital con 120 plazas, y la puesta en marcha en junio del Samur Social, formado por ocho equipos de calle y cuatro unidades móviles.

"Cada año en San Isidro rendiremos cuentas de lo que hacemos desde el Ayuntamiento para aquellos que más necesitan de la cercanía de la sociedad", aseguró el alcalde, quien posteriormente se desplazó hasta el estadio Vicente Calderón, en las inmediaciones de la pradera de San Isidro, para visitar la capilla ardiente del ex presidente del Atlético de Madrid, Jesús Gil.

Ruiz-Gallardón, que asistió también en la plaza de Colón al tradicional izado de la bandera -en el que no estuvo presente ningún miembro de la oposición municipal-, sí acudió a la homilía en honor del santo en la colegiata de San Isidro, donde el cardenal Rouco Varela expresó su deseo de que "ojalá lo del 11 de marzo no vuelva a ocurrir nunca más, ni aquí, ni en ningún otro lugar del mundo". Rouco Varela, posteriormente, en la pradera de San Isidro, bendijo a los fieles allí congregados, que sobre las 14.00 horas apenas podían caminar por el paseo del 15 de mayo.

Uno de los actos más emotivos de la jornada festiva fue la entrega de la Medalla de Honor de Madrid a los servicios y organizaciones que participaron el 11 de marzo. Allí, el ministro del Interior, José Antonio Alonso, recibió de manos del alcalde la medalla concedida a los técnicos de su departamento, que esa jornada desempeñaron un papel ejemplar en el socorro de las víctimas.

"Después de un doloroso pleno en el que Madrid les dio las gracias a través de su corporación municipal, se reveló más necesario un reconocimiento posterior, y aún más solemne a su abnegación", afirmó el alcalde, acompañado por el gobierno municipal al completo; ediles de la oposición como Trinidad Jiménez e Inés Sabanés; el delegado del Gobierno en Madrid, Constantino Méndez; el consejero de Sanidad, Manuel Lamela; el director general de la Guardia Civil, Carlos Gómez Arruche; y el ex alcalde, José María Álvarez del Manzano, entre otros. Ni la presidenta regional ni el anterior ministro del Interior, Ángel Acebes, se sumaron a este homenaje.

El hecho de que el Ayuntamiento programara el homenaje el día de la festividad local levantó suspicacias en la portavoz de IU, que dijo que el alcalde "se inventó" el acto para no acudir a la pradera, en declaraciones a Europa Press. "Para que un acto sea solemne no tiene por qué celebrarse en San Isidro. Nos parece que el alcalde ha ido buscando diferentes actividades para justificar su ausencia en la pradera", dijo Sabanés, que destacó que está muy bien que la corporación, en nombre de los madrileños rinda homenaje a los servicios que el 11-M atendieron a las víctimas.

Una niña luce su vestido de chulapa en la pradera de San Isidro. A su lado, los mayores bailan un chotis.
Una niña luce su vestido de chulapa en la pradera de San Isidro. A su lado, los mayores bailan un chotis.BERNARDO PÉREZ

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