Bautizo Real en Oslo
La princesa Ingrid Alexandra, la hija del príncipe heredero Haakon y de la princesa Mette Marit, que podrá convertirse en la primera reina en la historia de Noruega, ha sido bautizada en la capilla del Palacio Real de Oslo. Alrededor de 300 invitados acudieron a un bautizo de claro color local, ante las ausencias de dos de los padrinos pertenecientes a monarquías extranjeras: los príncipes Felipe de Borbón y Federico de Dinamarca, ambos por problemas de agenda. Ingrid Alexandra fue llevada al palacio por sus padres y el pequeño Marius, hijo del anterior matrimonio de Mette Marit, y a su llegada fue recibida por cientos de personas y saludada por el coro infantil de gospel de Sarpsborg, que cantó Bienvenida al mundo, princesa nuestra, canción compuesta para la ocasión. El obispo de Oslo, Gunnar Staalsett, que ofició la ceremonia, entró en la capilla acompañado por el deán y el pequeño Marius, que fue el encargado de llevar la vela bautismal. Tras ellos entraron el príncipe Haakon, vestido con uniforme de gala, y la princesa Mette Marit -en sus brazos, la pequeña, con un vestido de algodón, con dobleces, encajes bordados, cintas de seda y el anagrama de la reina Alejandra, abuela de Olaf V-. Mette Marit, con el pelo recogido en un moño y adorno de plata, llevaba un abrigo de color rosa claro sobre un vestido beis dorado. Luego entraron el rey Harald y la reina Sonia, seguidos por las tres madrinas: la princesa Victoria de Suecia; la princesa Marta Luisa, hermana de Haakon, y Marit Tjessem, madre de Mette Marit. La ceremonia transcurrió con tranquilidad, hasta que Mette Marit se levantó para leer la Biblia y cedió la pequeña a su padre: de ahí al final, Ingrid Alexandra no cesó de llorar. En brazos del rey Harald, la pequeña fue bautizada por el obispo, lo que dio paso al final de la larga ceremonia. Padres y abuelos salieron con la pequeña al balcón a saludar a los cientos de personas que esperaban en la plaza del palacio. La destinada a ser primera reina de Noruega en 600 años recibió multitud de regalos, desde una escultura encargada por el Gobierno y unos candelabros de plata del Parlamento, al más práctico trineo de las autoridades regionales de Asker, cuya capital es Oslo. Más de 200 invitados acudieron luego al banquete en el comedor del palacio, donde el presidente del Parlamento, Joergen Kosmo, y el rey Harald pronunciaron sendos discursos, destacando la importancia de que Noruega pueda tener su primera reina en el futuro. "La reina y yo nos alegramos de la personalidad que Ingrid Alexandra muestra con su seriedad, humor y temperamento, del que hoy hemos visto una muestra", ironizó el monarca. Para entonces, la pequeña dormía ya en el regazo de su madre.-
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