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ATLETISMO | Campeonatos del Mundo en pista cubierta

El peor momento de la 'cuadra Blanquer'

Carlos Arribas

Terminó Glory Alozie la serie de 60 vallas -terminó 5ª y eliminada de entrada, la primera vez en su vida que pasaba tal trago-, se llevó la mano a la pierna, e inmediatamente empezó a explicarlo. "Tengo tendinitis en las dos piernas, aquí, en el culete

[técnicamente, en la inserción de los isquios con los glúteos], y no he podido hacer más", dijo. "Ha sido una pena, pero he venido a probarme. Como es una tendinitis intermitente, que viene y va, pensé que podía irme bien. Así fui a París al Mundial pasado y terminé cuarta. Pero esto no es vida".

Alozie, de 26 años, ha sido, compitiendo como nigeriana y española, cuatro veces medalla de plata en Mundiales y Juegos Olímpicos y campeona de Europa al aire libre y pista cubierta. Forma parte, como Yago Lamela, Concha Montaner y David Canal, del grupo de atletas entrenados en Valencia por Rafael Blanquer, legendario saltador de longitud que empezó a ganar fama y prestigio como técnico a través del éxito sevillano de Niurka Montalvo en 1999. Desde entonces viaja con la aureola de gurú -algo más que técnico: también consejero espiritual, motivador vital, hombre completo-, título que pocos en el mundo del atletismo pueden lucir. Es un entrenador que alimenta las ambiciones de sus atletas, que ha trabajado por resucitar a Yago Lamela, a quien piensa convertir en uno de los mejores saltadores de la historia, que se siente arquitecto de grandes obras, un entrenador que ha sufrido en Budapest. Sólo una de sus atletas, Montaner, en longitud, se ha metido en una final. Los otros tres, atletas de éxito, han caído en series contribuyendo a la sensación de fracaso del equipo español en Budapest.

"Pero ya lo dije antes de venir", explica Blanquer, que quiere lanzar un mensaje mesurado y argumentado. "Mis atletas tienen en la mente los Juegos y por eso han hecho este invierno una preparación con más volumen y menos calidad". La teoría Blanquer funciona así: dado que el trabajo del atleta es duro, aburrido y rutinario, de vez en cuando hay que competir para salir de la monotonía de los entrenamientos. "Y tienen que competir aunque no estén bien, competir estén como estén". Pase lo que pase. Aunque el atleta esté medio lesionado, aunque el atleta salga tocado moralmente, aunque se toque la imagen del deporte español. "Pero es que Yago, por ejemplo", continúa Blanquer, "se muere si no sale a competir. Yago es muy grande, no tiene problemas mentales: después de no pasar a la semifinal no se ha metido en su caparazón, ha venido a la pista a ver a sus compañeros, ha hecho vida de equipo, son heridas que se curan fácilmente. Y los que entienden se han asombrado. Los rivales saben cómo está: su físico es tremendo. Alguno podría pensar cosas raras, pero va con agua bendita, y se nota en el tipo de musculatura que ha desarrollado".

¿Y la imagen del atletismo español, que tan brillante parecía? En el último Mundial de pista cubierta (Birmingham 2003) los atletas de Blanquer ganaron dos platas (Lamela y Alozie). "Pero esto de la pista cubierta no es más que un subcampeonato", razona Blanquer. "El verdadero campeonato es Atenas. Hemos perdido una batalla pequeña, pero vamos a ganar la guerra".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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