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Reportaje:CICLISMO | El regreso de un 'crack' al pelotón español

Hombre Tour a los 30

Heras comienza a olvidarse de Armstrong, a disfrutar de su nueva filosofía y a apreciar la sabiduría ciclista de su nuevo director, Manolo Saiz

Carlos Arribas

A Roberto Heras le cambió la vida un día de noviembre mientras desayunaba y ni siquiera se dio cuenta.

Roberto Heras desayunaba en su casa de Girona y leía el periódico y se enteró de que finalmente Manolo Saiz había encontrado un patrocinador, llamado Liberty, para seguir en el ciclismo con la estructura de lo que durante muchos años había sido el ONCE. "Pues qué bien", se dijo, casi indiferente, pensando que todo seguiría igual, que Joseba Beloki seguiría siendo el líder y todo eso. "Y es que ni siquiera cuando leí que Beloki rompía las negociaciones con Saiz pensé que eso me iba a afectar", dice Heras, chándal blanco luminoso, camiseta azul bitonal, nuevo hombre Liberty, nuevo hombre Tour, a los 30.

"Me preguntaba: 'Con la mentalidad ganadora que tengo yo, ¿de qué me vale estar así toda la vida?"
"Ahora creo que hay que escuchar. Antes quizás no escuchaba a los demás y cometí errores"
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...Y con la bici de Beloki

Pero poco después le llamó Manolo Saiz. Sorpendido, le cogió el teléfono. Habló y escuchó.

"Negociamos bastante tiempo Manolo y yo, había muchos flecos y detalles, estaba mi ruptura con el US Postal, pero la clave de mi fichaje era que los dos teníamos ilusión. Me sorprendió la primera vez que me lo dijo", dice el corredor bejarano, que después de ganar su primera Vuelta a España (2001, Kelme) eligió convertirse en el gregario mejor pagado del mundo a las órdenes de Lance Armstrong en el US Postal, a quien ayudó a ganar dos de sus cinco Tours. "No sé si a él le sorprendió que yo aceptara, pero a mí no. Creo que siempre hay que escuchar, o por lo menos lo creo ahora, porque antes quizás no escuchaba y cometí errores en el pasado. Hay que escuchar y decidir y sopesar las cosas. Los dos teníamos ilusión y la ilusión lo puede todo".

Los entendidos sí que se sorprendieron. Se sorprendieron de que Manolo Saiz, que nunca ha triunfado en el Tour más allá de los embates épicos de Laurent Jalabert y los regulares podios de Joseba Beloki, recurriera a un corredor muy alejado de sus gustos personales para organizar su enésimo proyecto de asaltar la victoria en el Tour. Sorprendió que Heras, un ciclista inteligente que observó desde la primera fila, día a día, etapa a etapa, cómo Saiz quemaba metódicamente las posibilidades de Igor y Nozal en la última Vuelta, recurriera a las habilidades del director cántabro para organizar su primer asalto consciente, meditado y decidido al Tour.

Sorprende menos el particular síndrome de Estocolmo que parece estar viviendo el escalador bejarano, el estado de enamoramiento y expectación que vive en sus primeros meses de convivencia con Saiz. "A Manolo le gusta cualquier corredor que pueda ganar", explica Heras. "Los ha tenido casi siempre de tipo Zülle, Jalabert o Igor, grandes contrarrelojistas que se defienden en la montaña, y quizás nunca había tenido uno como yo, un escalador puro, puro, puro, pero si todo se enfoca a intentar ganar, le da igual el corredor que sea. Y Manolo no se mete para nada en mi comida, ni en mi peso. Se está bien, aquí se está bien."

Y ahí está él, Heras, pensando en el Tour desde enero, entrenándose solo en Gerona, atendiendo las llamadas cotidianas de Saiz, las planificaciones minuciosas del cántabro, sus manías, su fuerza. "De momento sólo pienso en el Tour. Luego ya veremos la Vuelta", dice Heras. "Y esto de pensar sólo en el Tour es una novedad para mí, aunque ya en 2000, cuando estaba en el Kelme, centré toda mi temporada en el Tour, pero era diferente porque el líder era Fernando Escartín. E incluso me fue complicado porque Belda quería que corriera el Giro y le tuve que convencer. Planifiqué todo el año para estar sólo en el Tour y en la Vuelta".

Manolo Saiz también le da en el gusto a Heras. Le hace recordar que trabaja en un equipo, le hace ver que no está solo, que nadie se olvida de él ni un segundo, le ha diseñado un calendario hogareño, sin presiones hasta junio, hasta la Bicicleta Vasca, para que se dé baños de multitudes durante toda la temporada, para que sienta el calor de la afición, para que se divierta. "Empiezo en la Setmana Catalana, antes quizás corra la Milán-San Remo, y luego todo en España, encantado, voy a correr todo en España. Antes del Tour me gusta estar en casa, todo me gusta", dice. "Y ha salido de Manolo, es su idea, hasta el Tour vamos a ir tranquilos. Haremos el gran test en la Bicicleta Vasca. Es el calendario que él ha decidido, que hemos acordado los dos. Me encanta. Echaba de menos esto porque con el US Postal sí corría aquí, pero cada vez menos. Y me acuerdo de mis tiempos en el Kelme, que me motivaba más correr en casa, carreras de nivel, como la Vuelta al País Vasco..."

Roberto Heras, lo confiesa, sufre una pesadilla recurrente, la larga ascensión hacia el Bernabéu, Castellana arriba, del día que perdió la Vuelta de 2002 en la contrarreloj final frente a Aitor González. Ahora sueña que con Saiz, con sus ideas, su sabiduría, con el hombre que logra que en su equipo todos vuelen en las contrarreloj llanas, sus miserias se acabarán. "Sí, con Armstrong se prepara mucho el Tour, inspeccionas todas las etapas de montaña antes,los Alpes, los Pirineos, pero pocos más secretos hay, poco más hay que aprender, es lo único que se hace en ese equipo, preparar el Tour. Y eso lo seguiremos haciendo aquí", dice. "Pero con Manolo poca falta hace el túnel del viento u otras costumbres de Armstrong. Él tiene ya suficientes conocimientos. En la contrarreloj no todo es aerodinámica, hay otras cosas, es la posición, es todo lo que sabe Manolo... Quizás el detalle que hace que casi todos los de la ONCE anden tanto contrarreloj sea lo que sabe Manolo, que no todo es tan fácil como meterte en el túnel del viento y decir, ahora vas a volar".

En el argot del ciclismo se habla de hombres Tour, se habla de corredores a los que desde que tienen 20 años se les iluminan los ojos cuando se les habla de la carrera francesa, les entran palpitaciones cuando se les dice que debutarán, se llevan el gran berrinche cuando se les obliga a abandonar. Roberto Heras, hasta ahora, por lo menos, no es de ese tipo. "Pero actualmente pocos corredores pueden pensar en el Tour tan jóvenes, pocos equipos lo permiten ahora, fue el caso de Miguel Indurain, pero ahora son pocos", analiza. "Y no noto diferencias de cultura, puedo amarlo y desearlo como el que más". Lo ama, lo desea, eso jura, y por eso ha adelantado un año sus planes, ha abandonado a Armstrong un año antes de lo que tenía firmado y previsto, ha decidido acelerar. "Quizás a los 31 años sea muy tarde para decir 'bueno, espero otros dos años más', ya son edades en las que no puedes esperar más. Tienes que decir: ahora. No puedes decir, bueno a los 33 voy a probarlo, no, a las 33 es hora de dejarlo en el Tour".

Y por eso decidió dejar de ser el gregario mejor pagado del mundo. "Y porque pensé que en vez de por mi valor podría acabar pasando a la historia como gregario de Armstrong, y eso no me gustaba. No me gustaba por mí. Me preguntaba 'con la mentalidad ganadora que tengo yo, ¿de qué me vale estar así toda la vida? La vida se basa en otras cosas y cuando lo deje será diciendo 'bueno, vale, lo he probado en el Tour'. Lo otro no va conmigo. Es todo por mí, por mi interior, por decirme que lo he probado"

Heras, con sus compañeros, durante la presentación del Liberty.
Heras, con sus compañeros, durante la presentación del Liberty.EFE

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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