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Reportaje:

72 días, 22 horas y 54 minutos

Francis Joyon, francés, da en solitario la más rápida vuelta al mundo en un velero

Cristóbal Colón se hace a la mar en 1492 para llegar a las Indias en dirección contraria y probar la esfericidad del planeta; Jules Verne decide en 1872 que un imaginario caballero inglés, Phileas Fogg, dé la vuelta al mundo en 80 días por un desafío a sus compañeros de club; Francis Joyon rodea entre finales de 2003 y 2004 el globo en un barco trimarán en 72 días, 22 horas, 54 minutos y 22 segundos. El navegante francés, que se define como "más aventurero que deportista", ha surcado los océanos en solitario y rebajado el récord en idénticas condiciones -en solitario, de Oeste a Este, a favor del viento- en más de 20 días.

"Otros pueden hacer lo mismo", ha dicho Joyon olvidándose, sin embargo, de que él embarcó víveres para 90 días porque no estaba demasiado convencido de poder ir tan rápido como Fogg. A sus 48 años, tras un decenio maldito, el de los 90, que le valió el calificativo de Poulidor de la vela porque, al igual que ese ciclista, siempre llegaba el segundo o tenía que abandonar por avería cuando iba el primero y ya divisaba la meta, ha ingresado por la puerta grande en la escasa lista de los navegantes de referencia: Eric Tabarly, Peter Blake, Robin Knox-Johnston o Bruno Peyron. "De lo único que tengo ganas ahora es de esquiar. Hace más de diez años que no lo hago", dijo ayer al llegar al puerto francés de Brest.

El trimarán con el que ha pulverizado el récord de la vuelta al mundo en solitario -en equipo, Peyron la dio en 64 días en 2002- lleva el poco evocador nombre de IDEC, las siglas de una sociedad de ingeniería aplicada a la construcción de centros de trabajo que tiene su sede en Blois, en el centro de Francia, y cuenta con una filial en España, IDEC Ibérica.

Pero el barco, de 27 metros de longitud, 14 toneladas de peso, un mástil de 33 metros y 340 metros cuadrados de vela, no es un prototipo: antes de llamarse IDEC, tuvo seis propietarios desde su fabricación, en 1985. Ha sido objeto de reformas y protagonizado otras aventuras, la última en 1997, cuando Olivier de Kersauson, con seis tripulantes, se hizo con el trofeo Verne al dar la vuelta al mundo en 71 días y 14 horas.

Joyon descubrió la vela y la navegación a través de los libros. De pequeño, leía relatos de navegantes. Fueron los de Bernard Moitessier los que le convencieron, cumplidos los 17 años, de ir a aprender en la escuela de vela de Glénans. Allí la teórica se hizo práctica y, después de una época como monitor, pudo comprarse su primer barco, un monocasco de madera y sólo nueve metros. Con él viajó a África y América del Sur. Durante una escala en la isla Martinique, al ver amarrado un bólido de competición, el de Philippe Jeantot, se dejó fascinar por el reto de viajar más rápido que los demás, solo y contra los vientos. Adiós al cabotaje, a los cruceros de placer, a la contemplación de las noches estrelladas.

"Lo que ha hecho Joyon es increíble", dice Robin Knox-Johnston, que, en 1969, hizo el mismo recorrido en 312 días; "en 25 años los barcos han pasado a ir tres veces más deprisa". Para Joyon, la proeza no es irrepetible: "Como mínimo, he cometido dos o tres errores. En el Índico perdí un día. Navegando al máximo, puede reducirse el viaje algunos días". Otros, admitiendo su fuerza mental y física y su habilidad, matizan que el tiempo ha sido magnífico y sin los grandes temporales del Sur".

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