Eslovenia logra la plaza olímpica y jugará la final contra Alemania

Todo parece valer. El balonmano se ha convertido en un deporte tan brutal que comienza a asustar. La permisividad arbitral, especialmente hacia algunos equipos, está alcanzado cotas de peligro. Ayer, Eslovenia consiguió un éxito sin precedentes en su aún corta historia al ganar a Croacia por 27-25 y clasificarse para la final del Campeonato de Europa del que es anfitriona. Nunca había llegado tan lejos.

Pero la explosión que se produjo en el pabellón Tivoli de Liubliana tenía, además, otro motivo muy especial: Eslovenia se adjudicó la única plaza olímpica que quedaba pendiente y, de rebote, se aseguró también su participación en el próximo Mundial de 2005 en Túnez. Hoy (17.30, La 2), los eslovenos disputarán la final ante Alemania, que apeó a Dinamarca de los Juegos Olímpicos de Atenas al superarla por 22-20. Los daneses y los croatas se enfrentarán por la medalla de bronce sabiendo ya que tienen asegurada su participación en el Mundial.

El partido entre Croacia y Eslovenia resultó apasionante por el nivel de entrega de todos sus jugadores -estuvieron brillantes Dzomba, 12 goles, Kavticnik, 6, Balic, Goluza y Zorman- por lo ajustado que siempre anduvo el marcador y por la pasión con que el público, dividido entre eslovenos y croatas, vivió el duelo. Sin embargo, hubo excesiva dureza. No habían transcurrido ni cinco minutos, cuando el lateral Petar Metlicic, uno de los puntales de Croacia, tuvo que ser sacado de la pista en camilla tras una severa agresión en el ojo derecho, sin que los árbitros excluyeran a nadie. Más adelante, Balic, el central, se fue al banquillo retorciéndose de dolor y, en el otro lado, el extremo Kavticnik debió recibir asistencia en la misma pista.

Lo grave es que todo eso se ha convertido en algo normal. Pudo comprobarse también en la primera semifinal entre Alemania y Dinamarca, donde las dos defensas fueron violentas más que agresivas. En cambio, se produjeron sólo 11 exclusiones. Y en la otra semifinal, hubo 12 y la única descalificación (Bedekovic).