Un torero para Madrid
La segunda oportunidad, conocida como "Madrid busca su torero", se la llevó Álvaro Justo por méritos propios. Después de torear dos erales de Sonia González que no se lo pusieron nada fácil. Sobre todo en su segundo, en donde hubo de atarse los machos, apretar los dientes y ganarle la partida a un novillo muy manso, aquerenciado en tablas, al que supo dominar y darle incluso buenos pases, algo que aumenta su crédito, ganado en el toreo de clase y pellizco.
En su primero, Álvaro Justo dio pases y lances bonitos y templados, en una labor digamos que aseada. A otro manso y manejable eral que también gustaba del olor de las tablas.
Diego Vega nunca volvió la cara en su primero, un ejemplar encastado, punta de genio tenía, al que muleteó con arrojo y decisión. En su segundo fue todo cordialidad y buenas intenciones. El eral se quedaba corto por ambos pitones, y lo pasó de muleta tantas veces como consideró necesario. Lo había saludado en el tercio con una larga cambiada puesto de rodillas, que fue el aviso de las ganas que tenía de triunfar y de la entrega que luego tuvo a bien demostrar.
González / Vega, Justo, Carrero
Erales de Sonia González, bien presentados en general, mansos y de poco juego; 1º encastado. Diego Vega: saludos; oreja. Álvaro Justo: oreja; aviso y vuelta. Pedro Carrero: oreja; dos avisos y saludos. Palacio Vistalegre, 25 de enero. Tres cuartos largos de entrada.
Pedro Carrero logró buenos pares de banderillas en sus respectivos novillos, en los que practicó la tal suerte, pero en los otros tercios sus labores fueron desiguales. En su primero tuvo que ejercer, eso es verdad, el oficio de enfermero, pues la res tenía las fuerzas demasiado justas. Y aun así le enjaretó un par de series por el pitón derecho, a media altura, que tuvieron cuajo y templanza. En el sexto hizo el mejor toreo de capa de lo que se pudo ver ayer en Vistalegre, unos lances limpios y de buen dibujo. Sufrió una voltereta impresionante cuando ensayaba el natural, sin consecuencias, y se demoró más de la cuenta con la muleta, y en última instancia con la espada.
Babelia
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