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Un lujo de ausencias

Mikel Ormazabal

Recibir al Madrid sin Xabi Alonso, sin De Pedro y sin Aranzabal, tres jugadores de la cantera, insustituibles hasta hace bien poco, muy identificados con su afición y bien dotados para su profesión, es asumir demasiados riesgos, confiar mucho en la fortaleza emocional con que la Real Sociedad afronta este tipo de encuentros y abandonarse en exceso a la complacencia del rival.

El técnico del equipo donostiarra, el francés Raynald Denoueix, prescindió de tres futbolistas internacionales -la ausencia de Westerveld estaba justificada por razones físicas- en un ejercicio de valentía temeraria, en la creencia de que ganar una semana antes en Málaga (sin jugar una pizca al fútbol, las cosas como son) allana la victoria en la siguiente jornada.

Se suponía que contra el que era hasta ayer el líder de la Liga, contra el todopoderoso Real Madrid, eso no vale; hay que demostrarlo sobre el campo. Y sobre el césped no estaban tres de las principales piezas del conjunto txuriurdin.

Pero le salió de vicio la jugada al francés. Denoueix no debió tomar ayer como referencia el juego apabullante desplegado por su equipo en la pasada temporada, en la que venció 4-2 al conjunto madridista, una goleada que llegó gracias a uan puesta en escena extraordinbaria.

Entonces, la soberbia actuación de Xabi Alonso condujo a los donostiarras a una victoria recordada también por la facilidad con que De Pedro y Aranzabal rompieron al adversario por la banda izquierda. Media hora tardó aquella Real en demolar al Madrid, al que en ese corto periodo de tiempo le hizo tres goles como tres soles.

El fútbol madridista de ayer echó en falta, y de qué manera, a Beckam (lesionado) y el de la Real, hasta que Denoueix optó por darle la oportundiad, a Xabi Alonso, dos exquisitos de la organización y la visión del juego.

Por eso ayer, en Anoeta no hubo referencias en el centro del campo. La Real se limitó a recuperar el espíritu combativo que emplea en las grandes ocasiones, y el Madrid esperó sin disimulo una oportunidad, de esas que no suele fallar, sin exponer lo mínimo. Pero falló el Madrid. Y no lo hizo la Real gracias a un centro bombeado de Nihat desde la izquierda que Casillas despejó de mala manera y que Karpin aprovechó. Decía el portero madridista en la víspera que todos los elogios recibidos por su partido en Eibar se podían cambiar por críticas si, por ejemplo, fallaba en alguna salida. Y falló en tres, la tercera de las cuáles fue aprovechada por la Real.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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