Los jóvenes pisan fuerte
La renovada selección española gana a la alemana con un juego solvente
El equipo es nuevo. Y no ha defraudado. Quedan cuatro de los jugadores que compitieron en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000: Barrufet, Demetrio, Ortega y O'Callaghan.
La generación de oro tiene ya sustitutos. "Eso no significa que no vaya a contar con ellos", asegura César Argilés, el seleccionador. Sin embargo, la prueba que el técnico valenciano realizó en la Supercopa europea, disputada en Riesa (Alemania), concluyó con el mejor resultado posible: España ganó a Alemania en la final por 28-29.
Su triunfo no entrará en los anales del balonmano, pero tampoco pasará inadvertido. Durante muchos años se especuló con lo que supondría el final de la gran generación de jugadores que esta vez no han sido mayoritariamente convocados. A Alemania no viajaron Masip, Garralda, Olalla o Pérez ni tampoco el ruso nacionalizado Duishebáev. Y lo que se ha comprobado es que detrás de ellos no hay un desierto.
ALEMANIA 28 - ESPAÑA 29
Alemania: Fritz; Ramota, Hens (2), Baur (3), Grim (2), Stephan (5), Von Behren (2), Dragunski, Kretzschmar, Glandofr, Immel (2), Schwarzer (1), Roggisch (2) y Zeitz (9).
España: Hombrados; Lozano (1), R. Entrerríos (1), A. Entrerríos (1), Romero (6), Hernández (2), Garabaya (3), Belaustegui (9), O'Callaghan (1), Juan García (3), Colón (1), Ortega (1) y Barrufet.
Marcador cada cinco minutos: 2-2, 6-5, 7-8, 11-10, 14-14 (descanso), 17-18, 17-20, 21-24, 23-26, 25-26 y 28-29.
Árbitros: Boyers y Darnessen, de Dinamarca.
Hall Sport de Riesa: 4.000 personas.
Es una buena noticia. "Para mí", exclamó Argilés, "lo más importante es que los jóvenes merecen que se confíe en ellos. Hemos llamado a seis jugadores de 1980, a otros cuatro de 1978 y a Juanín García, el más viejo de los jóvenes, combinados con cuatro veteranos, y el equipo ha funcionado muy bien. Pero ahora no hay que exigirles que lo ganen todo. Hay que dejarles madurar".
Soportar la presión
El nuevo equipo superó dos veces a Suecia y concluyó la Supercopa con un compendio de sus posibilidades futuras. Aunque Alemania jugaba en casa, España nunca se arrugó. Salvó el arrebato inicial de los alemanes, pero después aplicó la estrategia marcada por Argilés: "Debíamos conseguir que los pivotes alemanes no marcaran y que los goles los fabricara la primera línea".
La defensa española se mantuvo sólida, bien secundada por Hombrados y Barrufet. Pero lo más sorprendente fue el buen comportamiento en el ataque, la principal laguna en el último Mundial. Romero, los dos Entrerríos, Mariano Ortega y Belaustegui, que ha mejorado mucho, dan profundidad. Y ninguno de ellos acusó esta vez la presión cuando se llegó a 30 segundos del final con empate a 28 y el balón en poder de España. No hubo errores. Y Juanín García cerró la victoria de penalti.
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