Arrepentidos

Àngel Llàcer, presentador de Pequeños grandes genios (TVE), se gana su sueldo a pulso. Con una presencia superior a la que tenía en Operación Triunfo o en los anuncios de natillas abandona su celebrado pasado de secundario para convertirse en agotador protagonista.

Desgaste

Llàcer grita, salta, anima y otros verbos simultáneos. Seguro que, al final de este maratoniano concurso, acaba afónico, a juzgar por las veces que vocea la palabra "correcto" en tono boris-izaguirresco. En algunos momentos se le va la olla y casi abre el sobre del premio. De lejos, parece un híbrido de Ricardo Bofill Jr. y Javier Gurruchaga. Los niños concursantes son más parcos a la hora de exteriorizar sus emociones, quizá para compensar el desgaste del presentador. Ponen una cara de póquer parecida a la de Antonia, la vaca del nuevo Gran Hermano, multirracial, plurirreligioso y, por tanto, cómplice ideológico del Fórum 2004.

Puchero

¿Qué tendrá la Pantoja para que la odien así? Es blanco de toda clase de ataques, da lo mismo que sean fundados o no. La saturación actúa sobre nuestro subconsciente, y, aunque la hicieran santa, costará quitarle la etiqueta de villana que sobrelleva con cara de pésima leche. Queda una esperanza: Plaza & Janés anuncia la aparición del libro Recetas con arte, de Isabel Pantoja. El libro incluirá una serie de recetas ideadas por la tonadillera. Leo que estos jugosos grandes éxitos son (sic) "un homenaje a todas las mujeres que a diario luchan en los fogones y en especial a su madre, que le enseñó a disfrutar del arte culinario y que le llenó la infancia de momentos entrañables junto a un buen puchero". Ojalá que sus platos sean mejores que su prosa.

'Mea culpa'

A raíz de la detención de King, Quintana, Campos y Sardá entonan el mea culpa por el trato dado a Dolores Vázquez. Los medios de comunicación fomentan una incontinencia que propicia el error, la superficialidad, la maledicencia teñida de irresponsabilidad y, como es lógico (aunque insuficiente), la posterior petición de excusas. Niñas de Alcàsser, farmacéutica de Olot, o, en un ámbito menos trágico, ciudadanos varios pueden ser víctimas de una jauría propia de unas ciencias de la información que no son ni lo uno ni lo otro y que, al igual que política, se están judicializando peligrosamente. A eso hay que añadirle la novedad de la pirula, esos montajes ideados por piratas que tienden anzuelos a la prensa para que los muerdan. Luego, indignados de que otro se aproveche de un pastel que consideran suyo, los periodistas fetén maldicen al impostor. En esta línea, me llegó al alma el discurso de Quintana contra el intrusismo y las trampas (caso Lara Rodríguez, que vende información intoxicada). Pero no pude disfrutarlo del todo porque, justo cuando estaba a punto de convencerme, se me cayó de la estantería el libro Sabor a hiel y me dio en la cabeza.