La 'foto finish' resuelve el maratón
David Meca conquista la plata en la carrera más larga, 25 kilómetros, tras el final más apretado
La segunda medalla de David Meca también llegó al sprint. Inimaginable tanta igualdad en una prueba tan larga, 25 kilómetros de natación en aguas abiertas. Pero desde el momento en que el grupo de siete que encabezaba la carrera afrontó los últimos 500 metros, ya quedó claro que los metales se decidirían en una lucha a muerte hasta el último segundo. Tres de ellos llegaron juntos, en la misma brazada, y tan sólo a una más cruzó el resto la meta. Uno de los tres primeros era Meca. Le indicaron de inmediato que había logrado una medalla, pero no sabía cuál. Pasaron 15 minutos hasta que el jurado, tras analizar la foto finish, tomó la decisión. Entonces, atronó una voz sonora por los altavoces instalados en la Puerta de la Paz de Barcelona. A Meca le adjudicaron la plata. El oro fue para el ruso Yuri Kudinov (5h 2m 20s), campeón en los tres últimos Mundiales, y el bronce para el búlgaro Petar Stoichev.
"Cualquier médico se asustaría con sus bajas pulsaciones; le obligaría a usar un marcapasos"
"Cerré los ojos y levanté el brazo para tocar la meta; no sé si fui primero, segundo o qué"
Era la quinta medalla de la natación española en estos Mundiales. El tumulto lo invadió todo. Quedó un cierto resquemor, porque algunos pensaban incluso que el metal pudo haber sido de oro. "Es una plata", exclamó un ilusionado Meca. "Son dos medallas en dos pruebas y en mi país. Más no puedo pedir". Esta vez controló mejor sus emociones que el miércoles, cuando se adjudicó el bronce en los 10 kilómetros. Tal vez pesó la incertidumbre. "Fueron 15 minutos crueles", comentó. Sin embargo, histriónico como es, no se olvidó de levantar las banderas de España, Cataluña y Sabadell, su ciudad natal, ni de fundirse en un abrazo con sus padres y su entrenador, Juan Fortuny.
"No sé exactamente lo que ocurrió al final", agregó luego, algo más calmado, Meca. "Alcancé a Kudinov en los últimos metros con un esfuerzo supremo, luego cerré los ojos y levanté el brazo para tocar la meta. No sé si fui primero, segundo o tercero. Los tres merecimos el oro. Pero me da rabia que ni siquiera hayamos podido ver el vídeo del final para apreciar por mí mismo con claridad qué sucedió". Y prosiguió: "En cualquier caso, he ganado dos grandes medallas. Y las tendré colgadas en mi habitación, para que me den fuerzas para seguir cada mañana cuando me levante a las cinco de la madrugada para ir a entrenarme".
Fue un gran colofón. El final a una carrera llena de obstáculos, en la que Meca volvió a sufrir golpes brutales en varias partes del cuerpo. Su cuello y sus hombros presentaban serios hematomas. Al igual que había ocurrido en la carrera de 10 kilómetros, Meca no salió bien. Estuvo metido en tierra de nadie la primera parte de la prueba, que llegó a liderar el otro español participante, Àlex Martín, 14º al final, alrededor del kilómetro 10. Hubo muchos escarceos, muchos cambios de líder, varios competidores que pasaron de la gloria parcial al fracaso final.
Fue a los 12 kilómetros cuando Meca vislumbró motivos de preocupación. El francés Stephane Gómez se apartó del grupo de cabeza, se acercó más a las rocas de los espigones y, evitando los oleajes y las corrientes, logró acaparar una ventaja de unos dos minutos. "Cuando mi entrenador me dijo que estaba a 300 o 400 metros me puse muy nervioso. Es una barbaridad. Creí que el oro se me estaba escapando. Pero aquello nos obligó a los demás a reaccionar".
Ni siquiera aquella situación consiguió alterar el pulso de Meca. "Su principal ventaja sobre los demás, especialmente en distancias tan largas, es que sus pulsaciones son bajísimas", explica la doctora Montserrat Romaguera, que controla al nadador español desde que debutó. "En reposo su frecuencia cardíaca es de 26 pulsaciones por minuto, cuando la normalidad está entre 80 y 100. Cualquier médico que no le conociera se asustaría y le aconsejaría utilizar un marcapasos. Como consecuencia, le cuesta mucho más que a los demás llegar a las 200 o 220 propias del momento de máximo esfuerzo. Puede trabajar más tranquilo, tal como les ocurría también a fenómenos como el tenista Bjorn Borg o los ciclistas Miguel Indurain y Eddie Merckx. Mentalmente, además, tiene una gran capacidad de sufrimiento y sabe seleccionar los momentos para darlo todo".
Cinco kilómetros más tarde se produjo la reunificación. Y entonces fue Meca quien quiso atacar. "Lo intenté para evitar el sprint", confesó. "Pero el barco de la televisión se colocó frente a mí y con su hélice creó una corriente que me perjudicó. Desistí". Como consecuencia se vio metido en un sprint que, dada su poca envergadura, debía perjudicarle. Pero no fue así. Meca sacó rendimiento al trabajo realizado en el CAR. "Como no tiene rivales, practicó con el grupo de 1.500 y eso mejoró su velocidad. Le ha valido. Pero es evidente que tiene que trabajar solo y con un programa muy específico", concluyó su entrenador, Juan Fortuny. "Tras la suspensión por dopaje, y con 29 años, se merece estas dos medallas". La de ayer fue la sexta de su carrera en unos Mundiales.
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