Humor y dolor
En esta obra se contienen por lo menos dos. Una es un compendio de dos libros de Mark Twain, El diario de Adán, de 1904 (aunque aparecido previamente en revistas; y en una edición limitada para amigos), y El diario de Eva, de 1906, prohibido sobre todo por sus ilustraciones -bellísimas- de los cuerpos desnudos. El título es impropio gramaticalmente: no es diario de los dos, sino uno de cada uno de ellos.
Pero eso es lo de menos. Importa la calidad, la ternura, el humor de Mark Twain, su manera de pintar caracteres de hombre y de mujer, supuestos arquetipos de la sociedad americana de su tiempo, en los que aún se reconocen espectadores y espectadoras, y lo manifiestan con risas ostensibles en un teatro lleno (el domingo) y satisfecho.
El diario de Adán y Eva
De Mark Twain. Intérpretes: Miguel Ángel Solá y Blanca Oteyza. Director: Manuel González Gil. Teatro Bellas Artes. Madrid.
La otra obra es el amor entre el actor y la actriz que representaron los diarios en Radio Splendid de Buenos Aires, supongo que hacia los años treinta. Sólo él sobrevive y cuenta su amor, el pasado, las emociones viejas y nuevas. Y, además, mantiene un monólogo sobre la vejez, la pérdida, el desencanto.
Sin querer ser iconoclasta, y desde una admiración profunda por Mark Twain -como escritor y como persona política, como ser humano libre y enemigo del imperio-, en escena no desmerece esta obra de dentro de la obra, creada ahora. ¿Por quién? Supongo que por la cooperativa de director y actores. En el programa no hay más que una mención a la actriz Blanca Oteyza como "coautora": como es costumbre, un programa difícil de leer, con letritas doradas sobre fondo negro, entre fotos del tamaño de sellos de correos. Es una época en la que ciertas bellezas técnicas, de diseño y de lo que antes se llamaba tipografía, sobrepasa la importancia de los textos.
Casi melodrama
Vuelvo a lo esencial. Estas dos obras son excelentes, y su imbricación de una en otra perfectamente conseguida por la dirección. El sentido del humor y el del drama, casi melodrama, brillan siempre. Y brillan mucho más por un actor excepcional como es Miguel Solá, argentino ya admirado en España en películas de Patricia Ferreira, Mario Camus o Manuel Gutiérrez Aragón. Los dos papeles -el mismo personaje con muchos años de diferencia- dan vida a la comedia: a veces sobreactuado, pero casi siempre con su propio sentido del humor y de la emoción. Su compañera de escena Blanca Oteyza tiene también dos papeles, pero son modestos: más bien para dar la réplica a su ilustre compañero. El público, como queda dicho, fue entusiasta con ellos, el texto y el director.
Babelia
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