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169 páginas para destruir 2.011 cabezas nucleares

Viene de la primera página Las 169 páginas mecanografiadas, a un espacio, con 17 artículos y tres anexos del Tratado de eliminación de euromisiles no estuvieron listas para la firma hasta el último minuto del último día de los 72 meses que ha durado la negociación. A última hora llegó la pieza que faltaba, la fotografía de un misil soviético SS-20. Los norteamericanos habían estado esperando la mencionada fotografía de uno de los seis tipos de misiles que serán destruidos y no la tuvieron en su poder hasta el pasado fin de semana. Pero tras inspeccionarla consideraron que, debido a la escasa calidad de la fotografía del misil SS-20, se hacía difícil su reconocimiento. Durante la última reunión de 50 minutos, preparatoria a la cumbre que tuvo lugar el lunes por la noche, el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, le pidió a su homólogo Edvard Shevernadze una, mejor fotografía del SS-20, y finalmente ayer, pocas horas antes de la firma del tratado, los soviéticos entregaron la nueva fotografía al Departamento de Estado Norte americano. Uno de sus portavoces aseguró: "tenemos la foto que queríamos". Asimismo, diplomáticos de los dos países cruzaron el Atlántico en un avión especial, en la tarde del lunes, revisando los últimos detalles. Significado político El significado del tratado es más político que militar, ya que sólo acaba con un 4% de los arsenales nucleares, los cohetes con un alcance entre 500 y 5.000 kilómetros. La URSS destruirá 1.575 cabezas nucleares y EE UU 436 Los conservadores han lanzado una campaña contra el tratado -hablan de rendición, traición y abandono de Europa- que presagia un tormentoso proceso de ratificación por el Senado que se inicirá a finales de enero. Los principales dirigentes del Partido Republicano, y todos sus candidatos presidenciales, con la excepción de George Bush, se oponen al mismo y advierten a Reagan que "no se apresure" a firmar un segundo acuerdo con Moscú. La firma del INF, que para los norteamericanos justificaría ya el éxito de la cumbre, se convirtió ayer en un mero entremés de la reducción de armas estratégicas que persiguen ambos líderes y cuya discusión centrará los tres días de discusiones en Washington. Mijail Gorbachov -que da la impresión de un hombre al que no le gustan los prolegómenos ni perder el tiempo- anunció ayer, nada más llegar a la ciudadela del capitalismo, su objetivo.

EI 'nancysmo'

"Avanzar hacia el próximo y más importante objetivo de reducir los arsenales nucleares en el contexto de una firme garantía de estabilidad estratégica". Reagan fue más cauto y habló de conseguir progresos para un futuro acuerdo de armas estratégicas. Pero también parece prisionero de su deseo de pasar a la historia, algo que ha sido bautizado como nancysmo -supuestamente es su esposa Nancy quien le empuja- y afirmó que "el mundo está mirandonos y tenemos que acordar algo que mostrarle". Los norteamericanos no considerarán un fracaso esta cumbre si no se llega a un acuerdo de principio e incluso el presidente estaría dispuesto a viajar el año próximo a Moscú aunque no firme un nuevo tratado. Gorbachov tiene mucha más prisa y quiere algo más. Toda la pompa y la ceremonia de que es capaz esta República que ama tanto a las monarquías -hasta los zares hubieran estado orgullosos, comentó un periodista- recibió a los Gorbachov a las diez de la mañana en la Casa Blanca. Para que pudiera entrar su Zil blindado, ha habido que reformar las puertas de la mansión presidencial y de la Embajada soviética, donde se aloja el líder de la URSS y a la que se ha hecho llevar vídeos de las películas Platoon, Top Gun y Cry Freedom. Las trompetas de la banda de marines y el desfile del cuerpo especial de Tambores y Pífanos, ataviados con las casacas rojas de la epoca revolucionaria, saludaron a los huéspedes llegados -del frío. Veintidós cañonazos sonaron desde las orillas del Potomac en la templada mañana de Washington a pesar de que, formalmente, Mijail Gorbachov no es jefe de Estado. Ninguno de los 250 líderes que Reagan ha recibido en la Casa Blanca obtuvo esta atención. Los discursos que se pronuncian en estas ocasiones -de pie en el jardín sur de la mansión presidencial- son siempre protocolarios y breves. Pero ayer no fueron ni lo uno ni lo otro. Bajo la atenta mirada de Nancy, abrigo de visón, y de Raisa -ayer por fin el aparato soviético reveló que ha nacido en la ciudad siberiana de Rubtsovsk, hija de un ferroviario-, los dos líderes precisaron sus objetivos y los límites de su aproximación y sus diferencias. Reágan, con el sorprendente fondo de la bandera roja con la hoz y el martillo colgando de la Casa Blanca junto a la estadounidense -recordaba un fotograma de la serie Amerika- explicó que es el encuentro de "dos adversarios, no dos aliados" y que las diferencias profundas entre los dos sistemas no desaparecen con declaraciones de buena voluntad. Declaró que el objetivo es pasar de la confrontación a la cooperación y con grandes dosis de realismo convertir la pobre paz existente hoy entre los dos países en una buena paz". El presidente le dijo a Gorbachov, que daba señales de impaciencia, que esta no es sólo una cumbre de control de armas, sino que hay que hablar también de los derechos humanos y de los conflictos regionales.

"Camaradas"

Mijail Gorbachov, que comenzó sus palabras con un "camaradas" dirigido al centenar de soviéticos mezclados con los invitados norteamericanos, pidió una vuelta al espíritu de aliados de la Segunda Guerra Mundial, y confío en que los dos países y sus dos dirigentes pasen a la historia como los que "liberaron al mundo de la aniquilación nuclear". "Señor presidente, la Unión Sovíética irá hasta el final del camino como una potencia grande y pacífica". Mientras los dos líderes discutían la suerte del mundo, no sucedía lo mismo con sus esposas. El polémico encuentro social entre Nancy y Raisa no se celebrará hasta hoy. Nancy, que considera a Raisa "una marxista dogmática", le mostrará la parte privada de la Casa Blanca y juntas tomarán café. Hoy, sin embargo, los Gorbachov regresaron a comer a su Embajada. Este trayecto de un kilómetro escaso -cuatro manzanas- es prácticamente lo único que el dirigente soviético va a ver de Estados Unidos. Gorbachov volvió después del almuerzo a la mansión presidencial para firmar el tratado y celebrar el segundo de sus cinco encuentros cara a cara con Reagan. Aún le dió tiempo, antes de la cena, de recibir en la Embajada a un grupo de académicos norteamerianos y representantes del sector privado.

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