Nadie puede con el Pamesa

Abran paso al Pamesa. Los muchachos de Paco Olmos arrollaron ayer al Barcelona y ya son líderes en solitario de la Liga. Nadie puede ahora con el equipo valenciano, sobresaliente en todas las facetas del juego de principio a fin del partido y que por momentos dio una gran apariencia de superioridad. Su victoria de ayer tuvo algo de cambio de poderes, de relevo generacional del viejo rey del torneo. Por muchos encuentros que queden todavía, por mucho que el partido de ayer no decidiera nada, el choque destilaba la sensación de que en la pista se jugaba la hegemonía en la ACB, más una cuestión de orgullo que la victoria en sí.

Con la corona de líder en juego, el partido se disputó con una tremenda intensidad, y en esa faceta, cuando hay que arremangarse y meterse en el fango, nadie sabe sufrir más que el Pamesa.

Oberto y Tomasevic no suelen tener rival bajo los aros, pero ayer se toparon en la zona con los gigantes del Barça. Sobre todo con Dueñas, un coloso intimidador al que los pívots del Pamesa sufrieron para defender. El Barça, eso sí, repartió los puntos entre la botella y el perímetro, zona en que se posiciona siempre su corte de artilleros. El Pamesa, por el contrario, recurrió casi siempre a los balones interiores, principalmente a la mano de Tomasevic, que se jugaba la canasta o sacaba a pasear su inagotable manual de asistencias.

El conjunto valenciano fue muy exigido en la zona, con lo que sus pívots se cargaron pronto de faltas, y descuidó algo el lanzamiento exterior. No se aprovechó de ello Bodiroga, muy bien defendido en la primera parte primero por Kammerichs y luego por Paraíso, y sustituido a los seis minutos sin casi tocar la pelota. Ausente el yugoslavo, el timón en el Barça lo tomó de inicio Navarro, un jugador rapidísimo capaz de sacar de la chistera canastas impensables. Y es que mientras el equipo de Pesic logra puntos por la fantasía de sus estrellas, al Pamesa no le queda más remedio que coger el pico y la pala. Ahí, sin embargo, a trabajo y defensa, no le gana nadie. No brillan grandes nombres, pero peones como Luengo y Paraíso (dos suplentes) son toda una garantía para ser campeones. Ambos salieron desde el banquillo, y dinamitaron el partido en la segunda parte.

Empatado el choque al descanso, el Pamesa se puso a correr en el tercer cuarto y el Barça acabó mareado de tal forma que concedió una ventaja insalvable en el marcador y se le apagaron todas las luces en ataque. El Barça viajó a arreones durante todo el encuentro, y el Pamesa fue un rodillo. Paco Olmos, en su debut en la ACB, ha armado un grupo al que dirige con una personalidad y una confianza inusuales para su escaso currículum, y que, jugadas ya 12 jornadas, es un líder sólido.

Hoy por hoy, nadie puede con el Pamesa, cuyos jugadores acabaron el encuentro crecidos, conscientes de que el partido, y la victoria, tenían más valor simbólico que real.