...Y van 102
"Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y éstos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos". Así es Santiago, el pescador que entró hace 50 años en la historia de la literatura cuando Ernest Hemingway contó su vida en El viejo y el mar. Una obra que contribuyó a que dos años más tarde, en 1954, el escritor estadounidense (1899-1961) de la generación perdida viajara a Estocolmo a recibir el Nobel. Se consagraba, así, a un hombre que fue más allá de los sentimientos y ambiciones del individuo indagando y recreando los desafíos cotidianos del mismo. De la hondura moral. Y al autor de Adiós a las armas o Por quién doblan las campanas experiencia no le faltó. Siendo muy joven, en la Gran Guerra, convivió con el desamparo y la muerte mientras lo alentaba el hallazgo del amor. Luego llegó la desilusión. Y el desencuentro que se le arranchó en el alma pronto encontró compañía con otros que se iba topando por su vida de corresponsal. Hasta que sus relatos de dignidad y duelos cobraron más vida por todo aquello que no se dice.
Aunque la sospecha suele rondar a la Academia Sueca con la distinción a Hemingway brilló más su pátina de prestigio. Sobre todo teniendo en cuenta que el año anterior el premio había sido para Winston Churchill. Pese a sus vaivenes, es el galardón más ambicionado de las letras, y mal que bien puede descubrir a un autor, confirmar a otro, o llamar la atención sobre una región o temática. Después de 101 años, cuatro de ellos sin atribuir, entre 1940 y 1943, muchos de los ganadores encajan en el perfil de una de las caras del Nobel: aire de izquierda o contestatario, reivindicadores de algún derecho (desde humanos hasta culturales) o pertenecientes a grupos marginados.
Es el arte como compromiso con la realidad. Aunque en algunos haya más armonía entre fondo y forma. Ahí están, por ejemplo, clásicos como Thomas Mann (premio 1929) con su manejo del tiempo y su mirada al espíritu del ser. O cuando García Márquez (1982) trastoca el tiempo y el espacio en sus historias y parece rendir un homenaje a Las mil y una noches, con episodios de más Allá y más Acá que él mezcla con pasajes terrenales e históricos. O uno de los hallazgos recientes del Nobel, el que premió en 2000 al escritor chino Gao Xingjian, quien en La Montaña del Alma brinda un viaje cultural-histórico por su país con un estilo que deja ver la herencia del impresionismo literario del XIX. Entre las mujeres, la novena y última que lo ha obtenido es Toni Morrison (1993). Una escritora que desde el centro de la cultura afroamericana levanta con lirismo un mapa de las raíces culturales internas y externas de sus antepasados. Novelas en las que tradición, leyenda y respeto buscan abrirse paso hasta el presente con vidas donde la pasión se alza como patrona de sus existencias. ¿Acaso no le sobra razón a uno de sus personajes cuando dice: "No tiene sentido coger la manzana si no quieres probar su sabor"?
Ernest Hemingway. El viejo y el mar. Sirpus. Su obra también está en Booket. Thomas Mann. La montaña mágica. Quinteto, Debolsillo y Punto de Lectura. José y sus hermanos. Punto de Lectura. Gabriel García Márquez. En Mondadori y Debolsillo. Gao Xingjian. La Montaña del Alma. Booket. Toni Morrison. Debolsillo. V. S. Naipaul. India. Debolsillo. Camilo José Cela. Debolsillo. Albert Camus. Alianza. Nadine Gordimer. Nadie que me acompañe. Punto de Lectura. Toni Morrison. Debolsillo. Naguib Mahfuz. Booket, Alianza y Edhasa. José Saramago. La caverna y El año de la muerte de Ricardo Reis. Punto de Lectura. Pablo Neruda. Debolsillo. Günter Grass. El tambor de hojalata. Punto de Lectura. Hermann Hesse. Alianza, Muchnik y Edhasa.
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