"En la UE seguirá 'sobrando' dinero tras la ampliación"
Juan Manuel Fabra Vallés (Tortosa, 1950) preside el Tribunal Europeo de Cuentas desde enero de 2002. Este jurista, que ha sido diputado nacional y europarlamentario del PP desde 1994, presenta mañana en el Senado el último informe de auditoría de la Unión Europea (UE), con datos llamativos. En 2001 hubo un excedente presupuestario de 15.000 millones de euros (el 16% del total), las ayudas de preadhesión del programa Sapard sólo llegaron a sus beneficiarios en un millón de euros y los fondos estructurales sólo se ejecutaron al 40% de lo prometido. Fabra Vallés advierte de que esto obedece a la incapacidad de los países, sobre todo de los nuevos miembros, de gastar al tiempo que reciben fondos comunitarios, razón por la cual afirma que tras la ampliación seguirá sobrando dinero.
Soy partidario de crear un impuesto europeo para que los ciudadanos sepan lo que aportan
Esta entrevista tuvo lugar en su despacho del tribunal, con sede en Luxemburgo, la semana pasada.
Pregunta. ¿No cree que el 16% del presupuesto es un excedente exagerado?
Respuesta. Estamos en plena adecuación a un nuevo sistema que no está siendo del todo satisfactorio, aunque ese superávit se debe al retraso en la ejecución de las medidas estructurales. Es difícil acertar cada año en la cantidad exacta, y es mejor pasarse un poco por si falla un programa.
P. ¿Hay países más cumplidores que otros en sus cuentas? ¿Destaca España negativamente?
R. No. España sufre problemas evidentes, como la cuota lechera y los fondos de formación para el empleo, pero desgraciadamente ningún país está libre de problemas, ni siquiera Suecia, que parece tan cumplidora.
P. Ustedes recomiendan a la Comisión que active mecanismos sancionadores en casos de fraude.
R. Lo importante es aumentar la tasa de recuperación de fondos comunitarios, recuperar el dinero indebidamente pagado. En España, antes era un caso de lesa patria denunciar estas cosas porque se creía que, una vez entregado el dinero, había que quedárselo. Hoy somos más europeos y sabemos que es justo devolver lo que no nos corresponde. Lo estamos viendo con los fondos de formación. Hace 15 años hubiéramos tendido a silenciarlo. Ahora sabemos que ese dinero devuelto revierte en las arcas de los Estados. Yo sería partidario de cambiar el sistema de contribución a la UE para que los ciudadanos fueran más conscientes de lo que ponen mediante un impuesto europeo (que no requeriría un nuevo desembolso para los ciudadanos). Se debe exigir que mejore el nivel de vida de todos. Si no hay una mejora en eso, entonces hemos fracasado.
P. ¿Qué problemas de gestión y de presupuesto plantea la ampliación de la UE? .
R. Por un lado, se plantea el propio control del presupuesto y, por otro, la escasa capacidad de absorción de los fondos comunitarios que les van a llegar. No hay que olvidar que los fondos estructurales son cofinanciados, y dudo que estos países dispongan del dinero suficiente para hacerlo. El problema no va a venir de la UE, sino de su propia capacidad presupuestaria.
P. ¿Ése ha sido el problema en los fondos de preadhesión?
R. Sí. Por eso no me preocupa que en las reuniones salgan las inquietudes de países contribuyentes como Alemania y Holanda, o que se hable de si el 1,27% del PIB va a ser o no suficiente. Estoy convencido de que seguirá sobrando dinero también tras la ampliación. ¡Ojo!, cuando digo sobrar me refiero a que no se utilizará al 100%, porque habrá países que no tendrán suficiente dinero para cofinanciar. No van a poder gastar dinero al mismo ritmo que reciben, aunque algunos lo lograrán enseguida, como Hungría, y otros, como Polonia, tardarán mucho más.
P. Entonces, usted ve con buenos ojos el techo presupuestario impuesto en la cumbre de Bruselas, incluso con vistas a la ampliación.
R. A título personal creo que si este magnífico invento de la UE sólo nos cuesta el 1,27% del PIB es poco. Se podría poner más dinero, pero yo no aumentaría el presupuesto hasta que no fuéramos capaces de gastarlo.
P. ¿Cree que ampliar la UE supondrá un cierto freno a todo el proyecto europeo en general?
R. No, pero sí se va a requerir mayor esfuerzo. Gestionaremos más casi con lo mismo. Los candidatos tienen que entender que una maquinaria demasiado pesada no funcionaría y que no podemos echar a los funcionarios que hay ahora.
P. Algunos creen que la ampliación es el final de la UE porque convierte el proyecto en inmanejable.
R. Hay ya administraciones así de grandes que funcionan bien, como la de Estados Unidos. Hay que tener muy claro el principio de subsidiariedad (que la UE sólo haga lo que no hacen los Estados) y buscar la fórmula para que los Estados no hagan lo que ya hace la UE, y viceversa. Se trata de organizar mejor el trabajo, que un mismo asunto no lo revisen los tribunales de cuentas de la comunidad autónoma, del Estado y de la UE al mismo tiempo, por ejemplo. Por otro lado, está el concepto de soberanía, que algunos idolatran cuando hoy en día un Estado no puede declarar la guerra sin ayuda de otros. La soberanía hay que ponerla entre comillas y saber qué podemos ceder a favor de la UE.
P. Quizá la ampliación frene ese proyecto de espacio de justicia y de Europa social.
R. Yo antes creía que la ampliación al Este se hacía para pararlo todo. Hoy creo que el interés de la ampliación es honesto, histórico y de futuro. Si son países europeos, lo lógico es que estén dentro. En el Consejo de Europa, tras cinco años de debate, dijimos que Europa termina en los Urales, de modo que los rusos tienen que saber que la mitad de ellos también pueden entrar [risas].
P. ¿Y Turquía?
R. Turquía es necesaria para el sistema defensivo comunitario, es un pedazo europeo muy importante desde el punto de vista geoestratégico, y la UE tiene que plantearse muy seriamente su candidatura. Yo, personalmente, estoy a favor.
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