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Crónica:Sexta jornada de la Liga ACB | BALONCESTO
Crónica
Texto informativo con interpretación

El músculo se impone

El Estudiantes domina con fuerza y Brewer a un Madrid desordenado

Imbroda sigue sin sonreir. El rompecabezas imposible madridista continúa sin encajar sus piezas. Las últimas, Alfonso Reyes y Mumbrú, recuperados de sus lesiones, pero lejos de su mejor momento. El Estudiantes apeló al músculo, a Brewer, y ganó.

En el primer cuarto, el Real Madrid desempolvó la pizarra, esa que dice que no hay nada mejor para agrietar una defensa que un pívot con extraordinaria habilidad para sumar asistencias. Alston lo es. Al estadounidense le gusta bailar a tres metros del aro, donde es capaz de brindar una amalgama de asistencias. El beneficiado, en este caso, fue Hernández, quien sólo tuvo que plantar la tienda de campaña en la pintura. Este tuya-mía de los pívots blancos colocó un parcial 0-14 a favor del Madrid y pareció sumir a los estudiantiles en una bruma infranqueable.

ESTUDIANTES 84| REAL MADRID 72

Estudiantes: Azofra (11), Loncar (10), Jiménez (13), Vidaurreta, F. Reyes (16) -cinco inicial- Brewer (14), Keefe (4), Miso (1), Gabriel (11), Iturbe (4). Real Madrid: Victoriano (8), Herreros (9), Angulo (3), Alston (11), Hernández (8) -cinco incial-, Hawkins (12), Digbeu (5), A. Reyes (6), Mumbrú (10). Árbitros: Ramos, Martínez J. y Landeira. Eliminados por cinco personales Loncar y Digbeu. Unos 15.000 espectadores en el Palacio Vista Alegre.

Pero Alston pidió el cambio, porque no podía más, y el Estudiantes encendió los faros antiniebla. Loncar aupó a los de Maeztu con dos triples seguidos y el Madrid fue el que se instaló en una nebulosa. Además, la pareja Alfonso Reyes-Lampe no supo dominar los tableros como lo habían hecho Alston y Hernández Sonseca. La dirección del Madrid no encontraba el camino. Todo lo bueno que había aportado Victoriano en el primer cuarto, Hawkins lo deshizo en un par de pases telegrafiados al vacío. Curioso lo de Victoriano. De conocer las fuerzas del averno en la Liga LED, el base argentino ha vuelto más pausado. Sabe correr cuando el ritmo lo exige y sabe reducir la velocidad de los fotogramas cuando al equipo le falta aire. Justo lo contrario que Hawkins, sin sangre caliente para tirar del equipo. Ayer, eso sí, disparó con acierto, la única forma de redimir sus carencias.

A los de Maeztu no les carburaba el juego interior y prefirieron ver de lejos la canasta con la connotación de ruleta rusa que eso tiene. Cuando el partido pidió gresca, ambos entrenadores la dieron. Pepu Hernández e Imbroda se llevaron una técnica y ninguno de los dos encontró la forma de inocular calma en le tercer cuarto. La cuestión era no buscar buenas posiciones de tiro y dar leña en el poste bajo. En una de esas acciones, Keefe tuvo que retirarse lesionado tras un manotazo de Alfonso Reyes, el mejor prestidigitador a la hora de defender. Al mayor de los Reyes aún le faltan partidos para coger agilidad.

Los últimos minutos se disfrutaron a trompicones. Los dos conjuntos se cedían la arritmia y un rato funcionaba uno, y otro, el de enfrente, hasta a que Brewer le dio por hacer lo que se pide a todo extranjero que viene a la ACB, es decir, sumar y no mantener el encefalograma plano. Agarró el partido y lo adoptó como si fuera su criatura. Una criatura con rostro de victoria.

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