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Copa Ryder | GOLF

"Necesitábamos esta victoria"

El golf, en efecto, es muy protocolario. Y muy protocolaria fue la devolución de la Copa Ryder por parte del equipo estadounidense al europeo. Los integrantes de éste, desde el escocés Colin Montgomerie y el alemán Bernhard Langer hasta los suecos Niclas Fasth, Jesper Parnevik y Pierre Fulke, pasando, cómo no, por Sergio García, se fueron entregando el trofeo para sentirlo más suyo. Los himnos nacionales de cada uno de los países representados sonaron en medio de una emoción real, no para la galería. Porque el grupo de Torrance, como los que le han precedido desde 1979, es un verdadero grupo.

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Antes, en el campo, se había demostrado como en tantas otras ocasiones. A medida que cada cual concluía su partido, con mejor o peor fortuna, se iba incorporando junto a su mujer al corrillo en torno al que estuviera a punto de finalizar. La presión constante, la rabia ante el golpe fallido, la ilusión por el certero, se reflejaba en cada uno de sus gestos. García, que terminó muy pronto su función, se situó enseguida a la vera de Torrance, como si fuera su sombra. A veces sus expresiones se confundían porque eran una sola, la misma. Cabizbajo en principio, el castellonense, que rumiaba su derrota y se lamentaba de sus putts -'desde luego, no he tenido mi mejor día', había declarado-, se fue creciendo según el triunfo se veía más cerca. Y con él, todos los demás. Durante mucho tiempo los golfistas norteamericanos han mirado por encima del hombro a los europeos y éstos siempre buscan probarles su equivocación. Torrance lo resumió: 'Necesitábamos esta victoria'.

Pero tampoco se trataba de humillar al rival. Esta edición de la Ryder se había planteado como la de la reconciliación entre unos y otros después de las excesivas tensiones, atentatorias contra la deportividad, que se habían producido en las precedentes. El impacto del 11-S exigía volver a la camaradería tradicional. Por eso, después de brindar todos con y por Torrance en la sala de prensa, García y los suyos se fueron a echar el telón con los estadounidenses. Como en otras épocas, les esperaba una cena final, una fiesta, conjunta. Para todos, obvio, no sería igual. Pero...

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