Las riadas ponen en peligro un gran complejo químico en Alemania

Greenpeace alerta del riesgo de un grave daño ecológico en Bitterfeld

'Ciudadanos de Bitterfeld. Por favor, abandonad vuestras casas', era el continuo llamamiento lanzado ayer desde una ambulancia de la Cruz Roja en esa población del este de Alemania. Más de 500 voluntarios se concentraban en intentar proteger con sacos terreros el complejo químico a orillas del río Mulde, un afluente del Elba desbordado tras la rotura de un dique de contención.

Una inundación de la planta química amenaza con desencadenar graves daños ecológicos, aunque es difícil evaluar el alcance del peligro. Greenpeace ha alertado sobre un peligro cierto e inminente, pero los responsa...

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'Ciudadanos de Bitterfeld. Por favor, abandonad vuestras casas', era el continuo llamamiento lanzado ayer desde una ambulancia de la Cruz Roja en esa población del este de Alemania. Más de 500 voluntarios se concentraban en intentar proteger con sacos terreros el complejo químico a orillas del río Mulde, un afluente del Elba desbordado tras la rotura de un dique de contención.

Una inundación de la planta química amenaza con desencadenar graves daños ecológicos, aunque es difícil evaluar el alcance del peligro. Greenpeace ha alertado sobre un peligro cierto e inminente, pero los responsables del complejo aseguran que, por ahora, la situación está bajo control. De anegarse la planta, pueden salir a flote toneladas de contaminantes. Hasta la reunificación alemana, cuando fueron saneadas sus plantas químicas, Bitterfeld estaba considerado uno de los lugares más contaminados de Europa. En su subsuelo aún se encuentran enterradas sustancias tóxicas, advierte Manfred Krautter, experto de Greenpeace. El Ayuntamiento de Bitterfeld advierte a través de Internet de los riesgos que pueden implicar los vertidos tóxicos a la cuenca del Elba.

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Uno de los responsables del complejo, Matthias Gabriel, acusó sin embargo a Greenpeace de 'sembrar el pánico irresponsablemente'. Gabriel admitió la posibilidad de que entre un 5% y 10% del parque se anegara, lo cual incluiría también las instalaciones de Bayer, que abastece desde aquí la demanda europea de aspirinas, pero al mismo tiempo aseguró que esta posibilidad es 'altamente improbable', y asegura que parte del subsuelo fue saneado años atrás.

'Nosotros hemos detectado que hay empresas que, pese al peligro, siguen produciendo e incluso guardan al aire libre otras sustancias tóxicas', advierte Krautter, en nombre de Greenpeace.

En el parque industrial de Bitterfeld, que abarca cerca de 1.200 hectáreas y en el que trabajan alrededor de 10.000 personas, se han radicado 350 empresas. 'En caso de que se inunde, lo más importante será evitar que el agua se extienda desde allí a la zona urbana', sostiene Krautter.

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Bitterfeld era ayer una ciudad fantasma, sin casi un alma en la calle, con los negocios cerrados y prácticamente todos sus 16.000 habitantes evacuados hacia improvisados campamentos. Al igual que en otras localidades, la batalla contra la riada se ha perdido.

'Por favor, intente conseguirme un kilo de patatas', reclamaba Gerda Rauchfuss, una jubilada de 83 años, desde el segundo piso de un edificio de cuatro plantas, a escasos 100 metros de donde ayer, inexorable, avanzaba el agua que comenzó a apoderarse de Bitterfeld. Gerda Rauchfuss no ha querido abandonar su apartamento, y junto a un vecino, también anciano, era de las últimas personas que hacían caso omiso a los llamamientos de la Cruz Roja: 'Mire usted, yo estoy en un segundo piso, ando con muletas y eso de dormir en una litera junto a gente desconocida no va conmigo', explicó Gerda. 'Completamente de acuerdo', agregó su coqueto vecino, 'vaya uno a saber al lado de qué mujer me despierto en el campamento'. Desde ayer mismo, los agentes comenzaron a forzar la salida de los ciudadanos más reticentes.

En esa misma calle, la Friedensstrasse, más adelante, el agua alcanzaba ya cerca de 75 centímetros de profundidad, suficientes para poner a flotar un coche. Encaramados en un antiguo lanzacohetes del Ejército, reconvertido a camión de salvamento, los policías evacuaron a una anciana de 94 años: 'No se ha enterado de nada. Es diabética. No sabemos dónde está su hija. Llévensela al hogar de tercera edad', indicaron a los enfermeros que la bajaron del vehículo, sentada en una silla.

La tensión que sugiere este tipo de escenas oculta que el desastre que en estos días vive parte de Alemania oriental es un desastre a cámara lenta, en el que el agua tarda 36 horas en llegar desde Praga a Dresde, y otras tantas para avanzar sobre una ciudad como Magdeburgo, la capital del Estado federado de Sajonia-Anhalt, ya casi en el centro del país. Son inundaciones muy delimitadas, por tanto, que tardan horas en avanzar de una manzana a otra, e incluso dejan tiempo de sobra para evacuar a los animales domésticos con un antiguo lanzacohetes.

La lentitud con la que sube el agua -que al romper una barrera también puede irrumpir con bastante velocidad- ha permitido asimismo que la gente lleve ya mucho tiempo preparándose para lo peor. En muchas localidades hay vecinos que desde hace días se dedican a llenar sacos terreros que luego se amontonan en largos, a veces kilométricos diques. También en Bitterfeld, en los alrededores del parque industrial, cerca de 500 personas revoloteaban ayer, bajo un sol inclemente, formando largas cadenas en las que los sacos se pasaban de mano en mano.

'Yo también participé en todo eso, pero de nada sirvió', constata un joven, sentado al lado de una pequeña lancha que ha preparado para vigilar su casa, en la que el agua está subiendo del sótano a la primera planta. Ni en Dresde, donde la crecida finalmente comenzó a ceder ayer, muy lentamente, ni en Bitterfeld estos diques pudieron resistir el embate de las aguas. Falta ver si lo lograrán río abajo, a medida que las riadas avancen a lo largo del Elba, que desemboca en el mar del Norte, lo que aún tardará días.

Un grupo de voluntarios trabaja en la construcción de un dique con sacos de arena en un complejo químico cercano a Bitterfeld, al este de Alemania.REUTERS

Berlín acata el Pacto de Estabilidad

En vísperas de que hoy tenga lugar en Berlín una cumbre de los jefes de Gobierno de los países afectados por las inundaciones con el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, el ministro de Finanzas alemán, Hans Eichel, dejó claro ayer que sigue respaldando el Pacto de Estabilidad. La discusión de los últimos días sobre si Alemania debe rebasar el límite del 3% del déficit público es 'bastante inapropiada', sostuvo el dirigente socialdemócrata. El jefe de la diplomacia alemana, Joschka Fischer, y Prodi viajarán hoy a Dresde y a Pirna (al este de Alemania) para evaluar las necesidades de la región antes de la llamada 'cumbre de las inundaciones'. A ésta asistirán, además del canciller alemán, Gerhard Schröder, el primer ministro checo, Vladimir Spidla; el canciller austriaco, Wolfgang Schuessel, y el primer ministro eslovaco, Mikulas Dzurinda. Aunque aún sea temprano para cifrar los daños económicos que dejará el desastre, las primeras estimaciones hablan de entre 10.000 y 15.000 millones de euros para Alemania, de 4.000 millones en Austria y de 1.000 millones para la República Checa. Pese a que, previsiblemente, las labores de reconstrucción supondrán también un impulso para la actividad económica alemana (seguramente reanimarán, por ejemplo, al sector de la construcción, desde hace años sumido en una profunda crisis), también es evidente que las necesarias ayudas estatales requerirán un esfuerzo presupuestario adicional a los 400 millones de euros previstos hasta ahora por Schröder. La oposición conservadora, que en los últimos días de emergencia había perdido bastante protagonismo en la campaña electoral, ayer prometió crear un fondo especial de ayuda, dotado este año con 2.000 millones de euros de las arcas federales. El Gobierno descalificó esta propuesta por 'oportunismo' y ante las elecciones del 22 de septiembre, pero igualmente evalúa cambios presupuestarios para liberar más recursos. Asimismo está considerando la posibilidad de adelantar un gigantesco plan de inversiones en el este del país, el llamado Pacto de Solidaridad II, cuya puesta en marcha sólo estaba prevista para 2005. Lo cierto es que los alemanes se sienten agradecidos de cómo su Gobierno está abordando el desastre natural que devasta al país, según el sondeo realizado por el semanario alemán Stern y la cadena de televisión RTL. La encuesta refleja un incremento de un punto en intención de voto para los socialdemócratas, que lograrían convencer al 36% del electorado. Por su parte, los democristianos de la CDU perderían un punto respecto a la semana anterior, alcanzando el 40%. Éste descenso, unido a la bajada de dos puntos de sus socios liberales del FDP, supondría la pérdida de la mayoría absoluta de los conservadores en este momento.

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