'Aspiro a que haya una sola caja rural'
Lleva tres décadas relacionado con el cooperativismo y dos años presidiendo la Confederación de Cooperativas de la Comunidad Valenciana, sector que aglutina a 2.600 entidades, a más de 916.000 socios y que emplea a 70.000 personas. Luis Valero habla de la gran potencialidad del sector pero también de la necesidad de 'adaptarse a los tiempos' y de unir fuerzas.
Pregunta. ¿Qué papel juega la Confederación?
Respuesta. Yo hablaría del papel que me gustaría que jugara. La Confederación es la culminación de la vertebración de todo el movimiento cooperativo. Todas la federaciones están en la Confederación, que existe desde el año 1984 o 1985, y que no ha tenido un papel demasiado activo hasta hace poco. Queremos ser interlocutores, elemento de unificación de todo el movimiento y realizar un proceso de apertura.
'La cooperativa Consum en dos o tres años tendrá más empleos que Ford'
'El Consell tiene una posición excesivamente dura con las secciones de crédito'
P. La nueva ley cooperativa, en elaboración, ampliará la flexibilidad económica de las entidades y evitará los fondos ociosos. ¿De qué volumen hablamos?
R. En cifras no lo puedo decir. Pero las cooperativas tienen, en razón de sus principios y de su estatuto fiscal, la necesidad de realizar unas dotaciones de los beneficios al fondo de reserva. A veces se llegan a constituir fondos muy importantes que son irrepartibles, inamovibles e inutilizables, y si hay que hacer una inversión, comprar un activo o crear otra entidad paralela no se puede hacer con ese dinero. Se trata de arbitrar fórmulas que, respetando las exigencias del estatuto fiscal, permitan usar parte de esas reservas.
P. ¿Qué podrán hacer que ahora no pueden?
R. Hay que partir de una base: el mundo cooperativo valenciano es muy importante, pero además tiene gran potencialidad. Lo que es no es nada en comparación con lo que puede llegar a ser y lo que tendría que llegar a ser. En el tema más agroalimentario tenemos una empresa de distribución comercial, Consum, que en dos o tres años tendrá más empleos que Ford. Tenemos otra cooperativa, Anecoop, que es la primera exportadora del país; también 525 cooperativas agrarias con actividad y 39 cooperativas de crédito [cajas rurales ] de 80 que hay en España. En el sector agrario, la Comunidad tiene que hacer un cambio tremendo en los próximos años. Debe producirse una integración de la comercialización. Estamos muy fragmentados y eso tiene que cambiar. Pero luego hay que hacer cosas más concretas: hay que hacer plantas de la cuarta gama. Darle el valor añadido al producto. Hay que hacer toda la reconversión y para eso hace falta dinero.
P. Entonces, ¿la solvencia del movimiento pasa por un proceso de integración y concentración?
R. Sí, aunque siempre salvando las distancias. El proceso de globalización nos lleva a que cada vez aisladamente se puedan hacer menos cosas. Hay que concentrar el poder porque hay que competir con poderes concentrados y que tienen una gran presión incluso sobre los gobiernos. Pero no sólo por eso, sino porque hay que racionalizar procesos. Y no sólo en la producción sino en la comercialización. En el tema del crédito, como Ruralcaja [la primera de su sector en la Comunidad por volumen y la segunda en España], tampoco es que la fusión sea la panacea, pero hay algunos casos en los que la dimensión es absolutamente necesaria. En el tema bancario también, si quieres acceder a una banca universal. Creo que el sector agrario, en este caso las cooperativas rurales, tienen una ventaja, que es compaginar con el servicio de banca universal la proximidad y la tradición. Eso no debe ser inconveniente para modernizarla. Y ese el gran reto, en este caso de Ruralcaja. El gran reto del cooperativismo es adaptarse a los tiempos. Hay mucho que hacer.
P. ¿Habrá nuevas fusiones?
R. ¿De cajas rurales? Más que afirmar que sí, expreso casi una voluntad. Aspiro a que en la Comunidad haya incluso una sola entidad. No debemos correr. Incluso hacerlo rápido no es bueno, hay que marcar las etapas. Pero caminamos en esta dirección, seguramente por desgracia porque en el fondo todos querríamos algo más casero. Pero veo más dificultades donde hay más necesidades. Es más urgente en el tema agrario: en la comercialización se debe hacer de forma rápida. Estamos enviando mensajes en esa línea, pero no es fácil y la Administración juega un poco la baza de los votos. No acaban de coger el toro por los cuernos. Y estas cosas son muy impopulares: perder protagonismo para ceder poder a otra estructura. Pero no tendrán más remedio y por eso es cuestión de tiempo.
P. La nueva ley también pretende dar más peso al socio
R. En la actual ley predominan los derechos laborales del socio trabajador frente a los societarios. Queremos, siempre que esté previsto en los estatutos, darle al aspecto societario más importancia incluso por encima del laboral. Y crear un Consejo Social, especie de comité de empresa, que se preocupe de que no haya posiciones abusivas ni imposiciones y que debe servir al trabajador de contrapeso a la jerarquía.
P. ¿Qué parte del cooperativismo está creciendo más?
R. Está creciendo todo. Antes se consideraba que sólo crecía en épocas de crisis, pero no es cierto y se está demostrando ahora. Lo que no está produciéndose es la creación de nuevas cooperativas, excepto en el trabajo asociado. En lo demás, el número no crece pero en volúmenes sí.
P. Entonces no hay ningún sector que no esté tan boyante.
R. El de las viviendas. Hoy están sufriendo. La vivienda está muy cara, es muy difícil acceder a suelo. Y además el cooperativismo tiene un problema estructural: no tiene medios financieros.
P. ¿Cómo están adaptándose las secciones de crédito a la nueva normativa sobre su actividad?
R. Considero que la Administración está teniendo una posición excesivamente dura y desde luego no demasiado comprensible. De momento, tenemos claro que el plazo de dos años que dio [el Consell] de adaptación se alargará y el tema del coeficiente no parece que vaya a cambiar. Nos exigen tener dos pesetas para prestar una. Eso es una bestialidad. De todas formas, la mayoría de las secciones de crédito a través de convenios con las cajas rurales eso lo tenían resuelto. Hay ocho o diez que no y ahí puede producirse un problema. Pero también hay que aceptar que una sección de crédito no puede trabajar como banca universal.
P. ¿Qué supondrá al final, una mayor aproximación a las cajas rurales o la desaparición?
R. No me atrevería a decirlo. El camino natural es que acaben produciéndose integraciones en algunas de las cajas rurales más próximas o emblemáticas, pero tampoco hay que descartar que algunas cooperativas mantengan fondos para su uso. Lo que no puede ser es que una sección tenga en un pueblo pequeño 18 millones de euros.
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